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josemarco

EL CAMPOSANTO

EL CAMPOSANTO

Durante este corto fin de semana - para los que no tenemos puente - he realizado dos visitas a sendos cementerios de la provincia de Teruel. (Prefiero denominarlos camposantos). En ambos casos he recordado la profunda y sentenciosa afirmación becqueriana: "¡Qué solos se quedan los muertos!". Aunque las impresiones han sido muy distintas en cada momento. En el cementerio de Alcañiz: movimiento constante de gente, que contrastaba con el dolor de un grupo de jóvenes por la muerte en accidente de una compañera de sólo 14 años. Este camposanto es laberíntico. Cuando entras en el recinto, te hallas aprisionado entre bloques de cemento y, como si fueras el protagonista de "Todos los nombres" de Saramago, te esfuerzas en buscar el nicho donde reposan los restos de aquella persona a la que amabas y por la que lloraste. Sin embargo, en el camposanto de Aliaga, se respira una clima de paz acorde con el acogedor recinto, que libre del cemento y del diseño laberíntico, me recuerda el cementerio de Trasmoz, que inspiró a Bécquer una de sus "Cartas desde mi celda". Tapizado de verde y con las tumbas muy cuidadas, todavía mantiene una impronta que no ha alterado el paso del tiempo.  De los cementerios de las grandes ciudades prefiero no hablar. Se han convertido en poblaciones anónimas de seres anónimos a los que de vez en cuando les llega un ramo de flores artificiales o la visita fugaz de un amigo o familiar. La soledad reinará a lo largo del año. Excepto durante estas fechas.

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