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josemarco

TARDE DE AGOSTO

TARDE DE AGOSTO

   Tarde de agosto en Aliaga. Dilatada tarde estival teñida de azules celestes y verdeamarillos preotoñales. Luz intensa en el solanar. Ni una nube en el horizonte. Silencio y serenidad en el ambiente.

   Tarde de agosto en Aliaga. Invitación permanente a un paseo apacible por las orillas del Guadalope. Sed de agua. Sed de vida. Sed de un otoño más lluvioso y benéfico.

   Tarde de agosto en Aliaga. Frutales rebosantes de manzanas, peras y ciruelas. La huerta exhibe toda su lozanía. Aunque la vega ya no es lo que era antes. Todo cambia y se acomoda al progreso y al dudoso desarrollismo.

   Tarde de agosto en Aliaga. El castillo se alza como mudo centinela, testigo de años conflictivos. Los jóvenes anticipan con ilusión las grandes fiestas de septiembre. Algunos abandonan el pueblo por unos días. O por un año. Nostalgia en la mirada. Fugaces despedidas. Contraste de sentimientos. Esperanza y desencanto. Eterna paradoja de la vida.

 

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