Blogia
josemarco

LAS DOS CARAS DE LA CIUDAD

LAS DOS CARAS DE LA CIUDAD

            El regreso a Zaragoza después de un mes de vacaciones crea unas expectativas que sólo se cumplen a medias. Después del idealizado ambiente rural en el que uno ha permanecido alejado del tumulto, del agobio y de la contaminación acústica y ambiental, la incorporación paulatina a la ciudad supone contrastes, paradojas y algunas sorpresas. Contrastes entre lo que esperabas y lo que encuentras, entre lo que comenta la prensa y lo que observas paseando por tu barrio o por el centro de la ciudad. Porque esperabas algún carril-bici por la Gran Vía y no ves ni un esbozo; porque esperabas un avance considerable en las obras de la ciudad y sigue casi todo patas arriba. (Todos tienen derecho a su mes de vacaciones estivales). También se dan algunas paradojas: suciedad en las aceras y novedosa instalación de contenedores para depositar los excrementos caninos; tráfico fluido por el centro y problemas de aparcamiento en los barrios.          

           Pero lo más curioso es comprobar – al hilo de lo que lees en la prensa del día – que los inmigrantes (cada vez más numerosos) han contribuido a aumentar el PIB del estado español. Y los miras con una óptica distinta, más benévola e interesada. Compruebas también que la peregrina idea de cobrar peaje para acceder al centro de las grandes ciudades no encaja en Zaragoza ni por asomo. Porque han aumentado las calles peatonales – como la de Agustina de Aragón – y porque todavía los ciudadanos están por la labor de caminar, de patear las calles o utilizar el transporte público. Hasta que llegue el tranvía o el metro ligero. Pero de peaje, nada de nada. ¿Nos cobrarán peaje por respirar? Luis del Val lo comenta con ironía en su columna del Periódico de Aragón. El artículo no tiene desperdicio. 

0 comentarios