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josemarco

PRIMAVERA TARDÍA

PRIMAVERA TARDÍA

      Primavera tardía en Aliaga. Abril se despide con una lluvia suave - oro para el campo y el monte - y con una temperatura más otoñal que primaveral. Primavera tardía en el Maestrazgo turolense. El Guadalope se desliza suave, casi transparente. Los campos verdean, las huertas esperan la semilla y el abono redentor. Los árboles reciben complacidos esta agua de finales de abril que sazona, alimenta y promete flores y frutos.

     Primavera tardía en Aliaga. Gotas de plata para las montañas que se erizan y forman un singular Parque Geológico, único en Europa. Piedras con historia, montañas con solera, árboles centenarios en la ribera del río de La Val y en la cuenca del río Miravete. El campo se viste de gala y sueña impaciente. La soledad envuelve el paisaje agreste y el silencio contrasta con el murmullo de una brisa suave, abrileña.

     Primavera tardía en Aliaga. Nubes grises en el horizonte verdeamarillo. La porra, el castillo, los montes que rodean el pueblo, crean un tenue ambiente de paz y de sosiego. En el valle, chimeneas que humean al unísono, niños que corretean por las calles empinadas, jóvenes que disfrutan de unas horas de ocio. La historia se detiene en este valle. Huele a humedad, a hogares, a misterio. Las campanas anuncian insistentes la misa del sábado. La vida sigue lenta, intrascendente. Primavera tardía, machadiana.               

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