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josemarco

TIEMPO DE CEREZAS

TIEMPO DE CEREZAS

     Al parecer, es un año de cerezas. Es tiempo de cerezas. Lo pude comprobar en Caspe hace poco más de un mes. Y ayer por la tarde me lo confirmó mi viaje hacia Valencia por la comarca del Jiloca. Es una comarca afortunada. En la parte baja, a la vera del río, se cultivan todo tipo de hortalizas, si la climatología lo permite. En la parte alta de estos pueblos ribereños, en el secano, se cultivan los cerezos, que exhiben sin recato sus colores verdi-rojos o sus matices verdi-amarillos. Ayer tarde no pude resistir la tentación de detenerme en Burbáguena, a orillas de un Jiloca alegre, cantarín, entusiasta. Varias personas, a la sombra de los árboles o bajo una improvisada sombrilla, habían montado su tenderete y mostraban la dulce mercancía en cajas de madera. Compré un kilo a la primera señora que se acercó al coche y tuve que comprometerme a comprarle más a otra señora en el próximo viaje. Aunque amigas y conocidas, todas rivalizaban por vender las cerezas y regresar a su casa satisfechas al anochecer.

      Me hablaron de su pueblo, de la dureza del invierno, de las dificultades cotidianas, de la bonanza climática de la última primavera. Pero también me expresaron sus temores: la próxima inauguración del tramo de autovía desde Romanos a Calamocha alejará de estos pueblos turolenses - San Martín del Río, Báguena, Burbáguena, Luco de Jiloca - a tantos viajeros y visitantes. ¿Dónde venderán estas exquisitas cerezas? ¿Qué conductor desviará su camino para comprarlas? El tiempo lo dirá. De momento, ya ha aparecido la inquietud. Quizás se pierda esta tradicional costumbre. Quizás desaparezca este cuadro pintoresco. Un sacrificio más en aras de un progreso necesario y, a todas luces, irreversible.

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