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josemarco

Y DESPUÉS DE LA EXPO, ¿QUÉ?

Y DESPUÉS DE LA EXPO, ¿QUÉ?

     Nuestros mandatarios políticos autonómicos y nacionales ya están preocupados por lo que va a ocurrir en la ciudad de Zaragoza después de la esperada  Expo-2008. Y les preocupa, sobre todo, qué va a suceder con todas las infraestructuras millonarias que se están levantando a marchas forzadas y a contrarreloj para llegar a tiempo dentro de poco más de medio año. No quieren que se repita lo de la Exposición de Sevilla de 1992. Y lo que desean es aprovechar los edificios para usos sociales o culturales que beneficien a la ciudad y a su entorno. Como es lógico, piensan ya en el 15 de septiembre de 2008, fecha que marcará una nueva etapa para la ciudad del Ebro, después de los fastos del próximo verano. Son conscientes de que hay que amortizar gastos y rentabilizar inversiones, pero no saben todavía a qué usos destinarán los distintos edificios, la Torre del Agua o el Pabellón Puente.

     Ha comenzado, pues, un periodo de incertidumbre que se prolongará, al menos, durante siete meses. Y, como la incertidumbre va de la mano con la rumorología, ya empiezan a sonar voces sobre qué instituciones públicas o privadas ocuparán el meandro de Ranillas. La opción que ha saltado recientemente a los medios de comunicación es la que sitúa al histórico campus de San Francisco a la otra orilla del Ebro. No es, en principio, una idea descabellada. Lo que ocurre es que la noticia ha sorprendido a propios y extraños. Por eso, habrá que dar tiempo al tiempo y confiar en una solución coherente y de sentido común. El campus de San Francisco es un enclave privilegiado en una zona céntrica de la ciudad, se han rehabilitado recientemente casi todos sus edificios emblemáticos, se construyó una moderna biblioteca anexa a la facultad de Filosofía y Letras y se amplió la facultad de Ciencias dotándola de las últimas innovaciones. El traslado total del campus ya sería, en principio, un error. Pero lo más lamentable sería que en ese recinto se construyeran edificios de lujo y, por tanto, se perdiera un ámbito cultural para la ciudad. Habría que hacer algo similar a lo que ocurrió con la antigua facultad de Medicina en la plaza de Basilio Paraíso. Es un monumento histórico de la ciudad y se sigue utilizando no sólo como biblioteca sino como sede cultural de la universidad y de la propia ciudad.

      Pero la incertidumbre no termina ahí. La ciudad debe de seguir mejorando después de septiembre de 2008. Y habrá que ubicar de una vez por todas la nueva Romareda, y habrá que decidirse entre el tranvía o el metro para el transporte colectivo, y habrá que poner en marcha diversas líneas de trenes de cercanías, y habrá que restaurar, por fin, el teatro Fleta,... Todo depende del buen hacer de nuestros políticos, de los acuerdos y consensos y de las aportaciones económicas públicas y privadas. Zaragoza será la gran beneficiada y los habitantes de la ciudad podremos sentirnos orgullosos no sólo de la Expo, sino sobre todo de la huella positiva de una efeméride que pasará a la historia el día después de su clausura.

1 comentario

Luis Antonio -

Yo soy un forofo del Metro. Como sabes, José Mª, en Barcelona tenemos también tranvías y la opinión más generalizada de los usuarios es que el Metro se lleva la palma, sobre todo en lo que respecta a rapidez, seguridad y comodidad. Eso sí, con escalereas mecánicas para que puedan usarlo todos.