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josemarco

EUFEMISMOS POR DOQUIER

EUFEMISMOS POR DOQUIER

     El poder y la versatilidad del lenguaje alcanzan, en ocasiones, cotas insospechadas. Cada vez me convenzo más de que un uso determinado de la lengua puede obrar milagros. Cada vez me sorprende más la retórica vacua de tantos comunicadores, que roza con frecuencia aquella pedantería que se criticó con acertadas parodias en la prosa aparentemente insulsa del siglo XVIII. Quiero recordar al respecto la obra Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes (1758) del famoso jesuita leonés José Francisco de Isla. Esta parodia contra los pedantes, engolados y ridículos predicadores de la época - que fue prohibida por la trasnochada Inquisición - podría trasladarse al momento actual. Doscientos cincuenta años después, muchos escritores como Isla tendrían materia prima para escribir parodias similares. Aunque, en este caso, no irían dirigidas a los representantes eclesiásticos sino a los políticos de primera, de segunda o de tercera fila. (Si es que se puede establecer este tipo de jerarquía).

     Y es que la precampaña cunde mucho y da para mucho. En realidad, es como una campaña disfrazada, como un auténtico eufemismo preelectoralista. Pero esta licencia del lenguaje - manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante (según del Diccionario de la Real Academia) - da mucho más de sí en el mar cada vez más embravecido de la política. A medida que se acerca la fecha mágica del 9M, a medida que se multiplican los mítines, las entrevistas, las declaraciones y los debates, las manifestaciones de los candidatos o de quienes les apoyan siguen unos vaivenes casi imprevistos, como si de caprichosos dientes de sierra se tratara. La lengua se desata, los ánimos se encrespan y el corazón va más allá de la cabeza. No es de extrañar, por eso, que algún representante político de primera fila diga algo que no quería decir y luego tenga que rectificar sin convencer a unos ni a otros. No es de extrañar que algunos candidatos hablen de transferencias en vez de trasvases, de pactos en lugar de hechos consumados, de visados para emigrantes en lugar de control discriminatorio, de libertad y tolerancia en lugar de mando y ordeno. Son unos pocos ejemplos de eufemismo, una mínima muestra de expresiones que están a la orden del día y que pueden engatusar el más ingenuo o crédulo. La retórica vacua del Siglo de las Luces vuelve a estar de moda. O, tal vez, nunca ha dejado de estarlo. Lo que ocurre es que ahora los medios de comunicación nos acercan más a esa realidad. Pero, eso sí, cada vez es más difícil discernir una verdad de una falacia, una promesa convincente de un cuento chino, una puesta en escena coherente de una farsa teatral.

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