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josemarco

ADIÓS, FEBRERO, ADIÓS

ADIÓS, FEBRERO, ADIÓS

     Se despide un febrero atípico, un febrero bisiesto, un febrero que sólo vivimos cada cuatro años. Se despide un febrero alocado, un febrero sin nieves, sin apenas heladas, casi primaveral. Mientras tanto, la campaña electoral ha doblado ya la esquina de su ecuador. Pero todavía les quedan a los políticos siete días intensos, siete días llenos de incertidumbre y, es de desear, sin grandes sobresaltos. Mientras tanto, alborea marzo con un rostro distinto. Marzo siempre me ha parecido un mes más amable, más sosegado, más luminoso. Tal vez sea porque las horas del día se dilatan y las tardes se visten de asueto. O tal vez sea por la llegada de la primavera en el calendario - porque ahora el inicio o el final de las estaciones cada vez se desentiende más de las fechas.

     Desde la ventana de mi despacho contemplo el cielo de un azul ceniciento. Es un cielo crepuscular, que invita al reposo, a la nostalgia, a la melancolía. Mientras plasmo estas impresiones en la página blanca del ordenador, una música estridente llega a mis oídos. Son los Héroes del Silencio, tan lejanos y casi olvidados. El vecino escucha un día tras otro las mismas canciones. Y uno no tiene más remedio que oírlas a la fuerza y, como es lógico, aborrecerlas. En estos momentos, prefiero una música más suave, menos estridente. Aunque lo que más me apetece es el silencio. Un silencio creativo, aserenado, profundo, liberador. Porque la tarde invita a saborear el paso sosegado de los minutos después de una semana intensa. De momento, prefiero soñar. Y mirar al futuro. Y pensar en el paréntesis del fin de semana.

     Dentro de cuatro años volverá otro febrero bisiesto. Un capricho de los romanos. Un ajuste del calendario al ritmo de los astros y de las estaciones. Un día más de regalo en este año par, olímpico y electoral. 

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