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josemarco

HILO DE SEDA

HILO DE SEDA

     Tengo entre mis manos el tercer libro de la escritora aragonesa Cristina Grande (Lanaja, Huesca, 1962). Después de el éxito editorial y de la buena acogida por parte de los lectores de sus dos primeras colecciones de relatos - La novia parapente y Dirección noche -, la escritora y periodista oscense ha dado un salto cualitativo y nos ha sorprendido a los amantes de la buena literatura con su novela Naturaleza infiel (RBA, Barcelona, 2008). En casi ciento cincuenta páginas, Cristina plasma una historia de ficción plagada de lirismo, humor y ternura. Demuestra además, un estilo y un talento fuera de lo común.

     Ayer por la tarde se presentó la novela en Zaragoza - Librería Los portadores de sueños - y hoy he podido leer alguno de sus capítulos. Estuvieron presentes en el acto numerosos escritores, amigos y familiares de la autora. Le acompañaron en la presentación, además del representante de la edirorial, la diseñadora y amiga de Cristina, Ana Bendicho, y el crítico, periodista y novelista Antón Castro. Fue un acto emotivo, intenso y cargado de ecos literarios. Ana habló del diseño de la portada - para la que utilizó una original fotografía del padre de Cristina - y Antón analizó la novela con su peculiar perspicacia y agudeza.

     "Hilo de seda" es el título del último capítulo de la obra. En él la autora sintetiza su peculiar manera de ver la vida y pone en boca de la madre de la protagonista la visión optimista de la existencia, a pesar de la cara oculta de la tragedia. La vida pende con frecuencia de un casi inapreciable hilo de seda, que marca la débil frontera entre el optimismo y la angustia, entre la esperanza y la desolación. Transcribo un breve fragmento del final de la novela:

     "Hay gente que nunca tiene bastante en la vida, que sólo sabe quejarse de las pegas que van saliendo y que no aprecia lo bueno que le ha tocado, suele decir mi madre. A la larga, ella se siente una mujer afortunada y no soporta que la compadezcan. Mi madre - como mi abuela - es de las que no va al médico porque sus males siempre los ve pequeños. Para que las cosas salgan bien, hay que pensar que van a salir bien, eso como mínimo. Y hay que saber elegir, y saber resolver las cosas cuando no se ha elegido bien. (...)

     Pero hace ya tiempo que el mundo se nos viene encima con cierta periodicidad y algo hemos aprendido al respecto, que no hay que dejarse llevar por el pánico. La pequeña Renata aún no ha cumplido dos años y es la niña más sana y más feliz del mundo. Es imposible que quede huérfana tan pequeña. La vida de mi hermana siempre ha estado pendiente de un hilo, un hilo de seda más resistente de lo que pueda parecer, me dijo para animarme".

   

 

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