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josemarco

EL RÍO DE TODOS

EL RÍO DE TODOS

     Durante estos días, el río Ebro se está convirtiendo en el río de todos los zaragozanos. Nunca había visto a tantos ciudadanos pasear por sus riberas. Nunca había visto a tanta gente en la recién inaugurada pasarela del voluntariado contemplando la gran avenida del río y recreándose en la visión de las cada vez más avanzadas obras de la Expo. Nunca había visto a tantos deportistas - en bicicleta o corriendo - por el nuevo y flamante carril-bici que discurre a lo largo de la avenida Echegaray y Caballero, una de las más largas de Zaragoza.

     Al parecer, los zaragozanos, después de darle la espaldas al Ebro durante décadas, se han decidido a mirar de cara a este caudaloso río y a valorar su presencia como columna vertebral de la capital. Es verdad que sus aguas bajan turbias y llenas de residuos. Es verdad que ya no se puede disfrutar de un baño en sus aguas como hace cuatro o cinco décadas. Es verdad que la imagen del río está cada vez más artificial y encauzada. Pero, al menos, uno puede acercarse sin peligro a sus riberas y disfrutar de una tarde de primavera.

     Muchos de los viandantes que observaban el cauce del río desde los distintos puentes hablaban de lo adecuado o lo inadecuado del dragado, del futuro incierto del nuevo Club Náutico o de la improvisación de algunas obras. Pero, al menos, hablaban del río. Otros se lamentaban de que todo este caudal - casi 2000  metros cúbicos por segundo - se perdiera aguas abajo, de que no se haya logrado un consenso para el Pacto del Agua, de que no se aproveche esta riqueza en tiempos de sequía.

     Lo importante era que hablaban del río, que debatían sobre el uso del agua, que valoraban la nueva imagen del Ebro. Lo que no tenían muy claro es si la Exposición llegaría a tiempo el próximo día 14. ¿No habían previsto estas avenidas? No se pueden realizar unas obras de tanta envergadura con plazos tan ajustados. Porque inaugurar se inaugurará, pero con lagunas y apaños de última hora.

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