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josemarco

UNA CIUDAD DIFERENTE

UNA CIUDAD DIFERENTE

     El verano de 2008 ha traído para la ciudad de Zaragoza un soplo de aire fresco. Y no estoy hablando del aspecto meteorológico. Me refiero al plano cultural, lúdico, recreativo, turístico y promocional. Después de muchos años - quizás desde siempre - la capital d Aragón ha despertado de su letargo con motivo de la Exposición Internacional. El eco de los eventos que se celebran en el recinto de Ranillas se expande cada día como una marea por las calles y plazas del centro de la ciudad.

     Para Zaragoza los veranos han significado habitualmente un erial cultural, un vacío turístico y un clima más provinciano que nunca. Este año, afortunadamente, han cambiado las cosas. Caminar por el paseo de la Independencia, cruzar la plaza de Aragón o detenerse en la plaza de los Sitios lleva consigo un contacto directo con exposiciones artísticas al aire libre, la contemplación de edificios emblemáticos restaurados o la presencia de un aire cosmopolita más propio de otras grandes capitales europeas.

     Hay que añadir a todo este fluir de personas y eventos, la ampliación de los carriles-bici, la oportuna adecuación de las riberas del Ebro o el reciente lavado de cara de la Basílica del Pilar. Hay que alegrarse por todo ello. Eso sí, sin autocomplacencias y con un poco de autocrítica. Porque la marea cultural y lúdica que impulsa la Expo quizás no llegue a los barrios de la ciudad o a algunas zonas del Casco Histórico. Y una sola pregunta: ¿quedará algo de esta benéfica marea para el verano de 2009  y para los estíos sucesivos? Eso sería lo deseable. Mientras tanto, invito a los que no conozcan Zaragoza a visitar esta ciudad tan acogedora. A pesar del calor de estos días, no se arrepentirán.

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