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josemarco

LA GUERRA DEL GAS

LA GUERRA DEL GAS

     Con las comodidades de la vida moderna ocurre lo mismo que con la salud: sólo se valora cuando se pierde. Esto les está sucediendo a cientos de miles de ciudadanos de algunos países de Europa del Este. Debido a la incomprensible actitud de Rusia y de Ucrania, debido a la llamada "guerra del gas", están perjudicando gravemente a países como Bosnia, Serbia, Eslovaquia y Hungría. Esta situación coincide con los días más gélidos del invierno. Y, al parecer, las negociaciones no avazan y nadie quiere dar su brazo a torcer. Esto supone no sólo un grave problema para las familias, sino para industrias y establecimientos públicos.

     Leo estas noticias mientras escribo a medio metro del radiador. Por eso, hoy valoro más que nunca estas ventajas del progreso: la temperatura ambiente a veinte o veintiún grados, la ducha matinal con agua caliente o el lavado de la vajilla con agua templada. Mientras pongo mi mano sobre el radiador, recuerdo a esas familias que no podrán conciliar el sueño esta noche debido al frío, a esos niños que no podrán acudir mañana al colegio, a esos trabajadores que perderán días de empleo y sueldo. Evoco, además, mientras contemplo a unos hombres cortando leña, la calefacción de las casas rurales de los años sesenta: estufas de leña o de carbón, frío en el ambiente, escarcha en las paredes, sabañones en las manos y en los pies, tremendos resfriados, lana o pana como único abrigo. Es verdad que, afortunadamente, han cambiado los tiempos. Pero nunca se sabe lo que puede ocurrir en este mundo globalizado e interdependiente. ¿Estaríamos dispuestos a renunciar a estas comodidades que asumimos como normales o rutinarias? Más vale que no nos veamos obligados a ello. Sería, en todo caso, un tremendo paso hacia atrás. Paradojas del progreso.

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