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josemarco

PAISAJE INVERNAL EN ALIAGA

PAISAJE INVERNAL EN ALIAGA

     Como muchos zaragozanos, y a pesar del día desapacible y de las exageradas predicciones meteorológicas, hemos aprovechado esta fiesta local para alejarnos del entorno habitual y disfrutar de un día al aire libre. Esta vez hemos elegido Aliaga como lugar de destino. Nuestro querido pueblo presentaba esta mañana un aspecto invernal, mostraba una fisonomía envidiable, un encanto difícil de describir en estas líneas.

      Porque Aliaga no sólo ofrece al visitante una temperatura ideal en las noches de verano, un color inusual en las tardes de otoño o una sinfonía de olores y colores en primavera. Aliaga muestra su cara más oculta en estos días invernales, en los que la nieve se alía con unos tímidos rayos de sol para revelar sin recato su auténtica fisonomía. El valle silencioso comienza a desperezarse lentamente del largo letargo invernal. Desde el castillo, los tejados brillan al unísono y las huertas se empapan de una humedad que será de oro dentro de pocos meses. A lo lejos, se divisa la pequeña cúpula de la ermita y la silueta inconfundible del pabellón polideportivo.

     Ha sido un día de contrastes, una jornada de ida y vuelta, una visita casi relámpago al lugar que me vio nacer. De regreso hacia Zaragoza, nos hemos acercado hasta Castel de Cabra, muy cerca de Montalbán. Unos amigos se han desplazado a su pueblo para disfrutar también de la nieve y del invierno. Es otra manera de entender el ocio, lejos de las celebraciones multitudinarias y de las aglomeraciones de las estaciones de esquí. Al final de la tarde, la nieve comenzaba a cuajar en la carretera a la altura de Hoz de la Vieja. Por eso hemos regresado con precaución, sin prisas, sin agobios. La ciudad del cierzo nos ha recibido como el año pasado, con un tiempo que invita a quedarse en casa. Un tiempo que invita al recuerdo, a la reflexión, a disfrutar de lo que queda de este largo fin de semana.

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