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josemarco

EN EL CASTILLO-PALACIO REAL DE OLITE

EN EL CASTILLO-PALACIO REAL DE OLITE

     Uno de los lugares más emblemáticos de la historia, la cultura y el arte de la Comunidad Foral de Navarra es, sin lugar a dudas, el Castillo-Palacio Real de Olite. Este enclave - considerado Monumento Histórico-Artístico desde 1925 - merece una visita sosegada y dilatada.

     El viernes por la tarde, después de una breve estancia en Carcastillo, donde aprovechamos para comer en un acogedor restaurante y tras acercarnos al monasterio cisterciense dedicado a Santa María de la Oliva, llegamos a Olite para culminar una jornada dedicada a la cultura, al arte y a la naturaleza. La ciudad de Olite, la auténtica ciudad, está detrás de la parte amurallada que todavía se conserva. Después de atravesar una calle estrecha y sinuosa, con ecos medievales, divisamos el castillo-palacio, esa joya de los castillos europeos, ese regaló que nos dejó Carlos III, el Noble, a finales del siglo XIV. Han pasado 600 años y, gracias al cuidado y restauración de sus torres y dependencias, el castillo se muestra en todo su esplendor. Visto desde el aire parece un bosque de torres, cada una con su propia fisonomía y originalidad.

     Durante casi dos horas recorremos las dependencias del castillo-palacio, subimos y bajamos por las casi interminables escaleras de caracol de piedra y, sobre todo, contemplamos desde estas privilegiadas atalayas - especialmente desde la Torre del Homenaje - la ciudad de Olite, su entorno, su campiña, su dilatado horizonte verdeamarillo. Es como si regresáramos a la  Baja Edad Media, a esa época feudal en la que comienzan a florecer las ciudades, en la que los nobles se disputan el poder y la riqueza con la monarquía, en la que la vida giraba en torno a estos casi desmesurados monumentos.

     Todavía falta mucho por restaurar. Lástima no queden más restos de la fortaleza primitiva. Las guerras y saqueos han acabado con gran parte de esta riqueza arquitectónica. De todos modos, nos vamos con buen sabor de boca y con el deseo de volver para visitar con más calma otros edificios de esta maravillosa ciudad, como la iglesia de Santa María. 

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