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josemarco

TIEMPO DE DESPEDIDA

TIEMPO DE DESPEDIDA

     Tiempo de despedida. Días de adioses. Horas de incertidumbre. Cuando el curso escolar llega a su fin, cuando se aproxima el cada vez más simbólico 30 de junio, cuando el calor del verano aprieta sus fauces y miramos de reojo las vacaciones, se preparan actos de despedida para trabajadores que se van a jubilar, se organizan comidas o cenas de cierre de etapa y se evalúan los conocimientos de miles de alumnos de primaria, secundaria, bachillerato y universidad.

     Los alumnos de segundo de bachillerato soñarán impacientes con la nota de selectividad que recibirán mañana, la mayoría con satisfacción. Los profesores que se van a jubilar experimentarán un sabor agridulce cuando impartan las últimas clases de su vida y dejen definitivamente la tiza, la pizarra, los horarios y las programaciones. En otros ámbitos ocurre algo similar por estas fechas. Así, el Real Zaragoza, después de su merecido regreso a primera división, anuncia cambios, reestructuraciones y algún que otro despido más o menos amistoso. Uno de las personas más allegadas al club, Manolo Villanova, va a ser despedido por el accionista mayor, Agapito Iglesias. Me ha sorprendido la noticia. Creo que Manolo no se merecía esto. Ni mucho menos. Es verdad que esto les ocurrirá durante estos días a miles de trabajadores. Pero cuando conocemos de cerca a una persona y la apreciamos, nos duele más esta cruda realidad.

     Tiempo de despedida. Oleadas de calor al filo de la tarde. Piscinas a rebosar. Playas casi atestadas. Viajes programados. Festejos populares en auge. A pesar de la crisis. Adioses dolorosos. Adioses agridulces. Adioses ingratos. Adioses calurosos. Despedidas con un hasta siempre. Eso sí, sin el desgarro que supone que prescindan de ti sin más a la primera de cambio. Ánimo, Manolo. No te mereces un adiós por la puerta pequeña. Tal vez recapaciten y rectifiquen. De lo contrario, volverían a tropezar en la misma piedra.

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