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josemarco

EL CAUCE DEL OTOÑO

EL CAUCE DEL OTOÑO

     El otoño está llegando con timidez a las tierras turolenses. Es un otoño suave, dulce, cadencioso. El murmullo del escaso caudal del río Alfambra se entremezcla con el susurro espontáneo de las hojas de los chopos, que caen livianamente a las orillas de este río que nace en las inmediaciones del pico Peñarroya y se desliza por Aguilar de Alfambra, Galve, Orrios, Alfambra, Peralejos, Tortajada, Cuevas Labradas y Teruel, hasta desembocar en el río Turia, muy cerca de la capital.

     En Villalba Baja - como muestra la fotografía - el contraste entre verdes, ocres y amarillos es cada día más patente. El río ha abandonado ya su trazado salvaje y sinuoso y se ha ceñido a la geografía de un valle poblado de chopos  y salpicado de huertas. La temperatura es tan agradable que no parece otoñal. Los cerros desnudos y grisáceos muestran su inconfundible silueta. A lo lejos, los montes cercanos a Castelfrío, heridos de muerte el pasado verano, cuando los incendios se cebaron impunemente con esta provincia aragonesa.

     Pocas turismos transitan por esta carretera durante la mañana del sábado. Algunos coches se dirigen a los pueblos más cercanos para honrar a los familiares que ya se han ido. Otros años caían las primeras nevadas por estas fechas. Otros años las heladas vestían de blanco las orillas del río. Pero durante estos días, ya casi mediado el otoño, uno piensa que el tiempo se ha vuelto loco, que las lluvias han dado la espalda a estos valles, que estamos pagando muy caro el cambio climático. Tal vez haya otros motivos. De momento, disfrutaremos de la placidez de estos días y del paisaje otoñal que, tarde o temprano, llegará de nuevo a su cita.

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