Blogia
josemarco

ENTRE EL ABANDONO Y EL OLVIDO

ENTRE EL ABANDONO Y EL OLVIDO

     Caminas por las vías del canfranero, a la altura de Villanúa. La ruta ferroviaria serpentea entre suaves colinas, surca los barrancos y se encamina a su irremediable y frustante final. Es una tarde primaveral y te detienes a menudo a observar esa naturaleza exuberante, ese paisaje casi idílico aún no contaminado por el desarrollismo incontrolado. Esperas impaciente a que pase el último tren del día, el tren de la tarde, el tren de los románticos enamorados de esta vía que camina hacia la nada. A lo lejos, oyes el lento rumor de la máquina y emprendes con presteza una rápida escalada hacia un promontorio abrupto para observar ese pequeño convoy, casi sin pasajeros, surgiendo de la nada, caminando hacia su ocaso.

     Recuerdas durante unos segundos que, hace cuarenta años, esta línea dejó de atravesar la frontera y se quedó truncada, definitivamente amputada. Un accidente anunciado y casi esperado por algunos en tierras francesas sirvió de justificación al país vecino para clausurar una línea en la que casi nunca habían creído. Sólo los románticos y unos pocos más creían en ella. Sólo los de la región aquitana comienzan a creer en una difícil reapertura. Desde la estación de Canfranc, que va dejando su apariencia esquelética y fantasmal para transformarse en un pintoresco y acogedor hotel, observas los andenes, las vías, el reloj, la caseta del guardaagujas. Y evocas otros tiempos. E intentas imaginar esos cuarenta años de funcionamiento - desde 1928 hasta 1970 - con algún pequeño paréntesis. Y recuerdas la historia que guardan sus andenes. Y te viene a la mente la época de la segunda guerra mundial, con ese cargamento de lingotes de oro que llegaba a España y a Portugal por esta vía del Pirineo Central, todavía viva.

      Hoy todo huele a abandono e incertidumbre. Sólo queda una pancarta semidesgarrada como vestigio mudo de una manifestación - otra más - en defensa de este paso. Pero temes que todo caiga en saco roto. A no ser que algunos políticos se disfracen de romanticismo y afronten el futuro con otra mirada, con otro talante, con otra actitud.

1 comentario

Magda -

Cada escena, cada cosa que nos rodea está cargada de historia, aunque pocas veces seamos conscientes de ello. Sin embargo, aquí lo has dejado plasmado de forma magistral. Gracias por compartir estos pensamientos, y lástima que este ya no sea un país de románticos...