NO SOBRAN LAS PALABRAS
Los últimos días de junio son días de despedidas, de emociones, de adioses. Son muchos los docentes que culminan casi cuarenta años de dedicación a la docencia. Una vida laboral densa, dilatada, gratificante. Una dedicación vocacional en la que la palabra ocupa un lugar señero. Por ello dedico este poema a todos los docentes que se jubilan durante estos días y, especialmente, a mi compañera Carmen por su optimismo, simpatía y sincera amistad.
Aunque dicen que sobran las palabras,
Aunque alientan los ecos del silencio,
Aunque florecen grises como el plomo
El poso del recuerdo y la memoria,
PREFIERO RECORDARTE
Con las voces que laten en la sombra
De un corazón abierto y generoso,
Con los sonidos claros y cercanos
De una honda amistad y simpatía,
Con tu sonrisa franca
Que invita a la ilusión y la esperanza.
NO SOBRAN LAS PALABRAS
Cuando llegan cargadas de cariño
Y rompen el hechizo cotidiano.
NO SOBRAN LAS PALABRAS
Cuando surcan caminos de futuro
Desde el alba al crepúsculo.
NO SOBRAN LAS PALABRAS
Ni se las lleva el viento alborotado.
Están aquí. Muy vivas.
Al filo de la vida,
Al filo del silencio.
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