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josemarco

ALIENTO CULTURAL

ALIENTO CULTURAL

     Siempre has vivido de modo especial los treinta de junio. Son días de balances, de final de etapa, de sueños, de utopías, de inicio de vacaciones, de sensación de libertad, de aliento vital. Un aliento vital que se tiñe de cultura en este jueves prevacacional. Paseas por la ribera del Ebro y te acercas a la plaza del Pilar. Una plaza que ha vuelto a ser de todos, sin tiendas ni entornos reivindicativos. Sólo ha quedado un caballo de troya grotesco y un pequeño monolito con un lema que podríamos recordar cada día al levantarnos. En la fachada del ayuntamiento las banderas parece que están a media asta, debido a la brisa vespertina. Muestran simbólicamente su tristeza por ese pequeño fiasco para la ciudad de Zaragoza, que se ve alejada definitivamente de sus sueños culturales para 2016. Los indignados de la plaza del Pilar han dejado paso a un alcalde indignado que, como los estudiantes que obtienen una nota que consideran injusta, está dispuesto a impugnar, reclamar y hacer lo que haga falta para que Zaragoza recupere su capitalidad. ¿Pataleo? ¿Miedo al fracaso? Cada uno que lo interprete como quiera.

     Pero mientras atraviesas la plaza y te diriges al museo Pablo Gargallo, piensas que la cultura está en la calle, que se respira en muchos rincones de la ciudad, que la cultura no es sueño ni utopía. Que la cultura no debería producir indignación ni dividir a los ciudadanos, que la cultura se edifica día a día. Ya en la plaza de San Felipe vuelves a recordar la desaparecida Torre Nueva, contemplas el torreón Fortea y entras en ese recinto artístico en el que reinan las esculturas y el arte se convierte en un poema. Poemas como los que va a presentar Carmen Ruiz Fleta. Poemas cotidianos, espontáneos, casi mágicos. Gabriel Sopeña rinde un homenaje a la cultura y Ángel Guinda presenta una vez más sus credenciales como reciente Premio de las Letras Aragonesas. La editorial Olifante sigue bogando con la cultura contra viento y marea. Y los poetas vuelven a reinvindicar una cultura diferente: la cultura de la palabra, la cultura de la tolerancia, la cultura de lo cotidiano, la cultura alejada de las efemérides, fechas y aspiraciones utópicas. Regresas por otra zona de la ciudad y contemplas la fachada carnavalesca del antiguo teatro Fleta. Y vuelves a recordar el gesto humillado de las banderas del balcón del ayuntamiento. Y el monolito de los indignados. Y ese lema que te ha hecho pensar: "Hoy es mañana".

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