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josemarco

EN CAMPAÑA

EN CAMPAÑA

     Casi sin darnos cuenta, ya tenemos encima otras elecciones generales. Parece que fue ayer cuando, a las puertas de esta crisis económica demoledora, nos acercamos a las urnas para elegir a nuestros representantes políticos en el Congreso y en el Senado. Muchas cosas han cambiado en estos casi cuatro años: se le está ganando el pulso al terrorismo, se han reducido significativamente los accidentes de tráfico, se ha avanzado en prestaciones sociales,... Pero lo que no ha cambiado es el fantasma de la crisis, que se está cebando con los más desfavorecidos y que sigue como una espada de dámocles amenazando a media Europa.

      Es tal el alcance de la crisis, que parece que la campaña electoral haya empezado con menos fuerza que otros años y, tal vez, con menos convicción. Al parecer, seguirá el bipartidismo y - según las encuestas - el partido de centro-derecha va a tomar de nuevo el relevo del poder. Lo peor de todo sería una mayoría absoluta. El rodillo del poder podría dar un giro radicar a tantas conquistas de los últimos años, especialmente lo que se refiere al ámbito de lo público, como educación o sanidad. Al parecer, la mayoría de los votantes, estamos más preocupados por los problemas económicos de Europa que por nuestro voto el próximo día 20. Porque el problema de Grecia es muy preocupante y podría dar al traste con la moneda única. Y la marea oscura del país heleno llega a otros países latinos como Italia, España o Portugal.

     Ayer llegaba a mis oídos la música electoral de uno de los principales partidos. Ya me la sé de memoria. ¿Por qué no la cambian de una vez? Y, de regreso a casa, contemplé esta pancarta en uno de los balcones de una plazoleta del casco viejo. Me llamó la atención mucho más que el cartel electoral que pendía de una farola a muy pocos metros. Reflejaba, sin paliativos, lo que más preocupa a los ciudadanos de a pie. Porque, a dos semanas del 20N, ¿alguien cree que van a cambiar las cosas con el nuevo gobierno? Todos sabemos que las turbulencias de los mercados dependen más de agentes externos que de la buena voluntad de nuestros políticos. Por eso, parece una campaña más descafeinada que otras veces. Al menos esa es mi impresión.

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