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josemarco

AGOSTO EN ALIAGA (III)

AGOSTO EN ALIAGA (III)

     La tarde de ayer quedará durante años en el recuerdo de muchos vecinos de Aliaga. El hotel Molino Alto sirvió de marco incomparable para la presentación del libro Historia de mujeres habitadas de Prudencio Herrera Piqueras. Prudencio, catedrático de Lengua y Literatura y escritor, presentó su primer poemario en su pueblo natal acompañado de sus amigos y conocidos. Fue un acto emotivo y sencillo. Después de una breve presentación a mi cargo, el autor y la también poeta local Rosa María Ayora leyeron fragmentos del libro muy bien contextualizados y agrupados por temas o inquietudes.

     Porque el libro de Prudencio no es un poemario tradicional al uso. Es un viaje apasionante de la mano de la poesía. Un viaje hacia la infancia en su querido pueblo turolense, un viaje hacia el corazón lacerado de tantas mujeres que sufren la soledad y la incomprensión, un viaje hacia ciudades europeas con encanto, un viaje hacia la familia, hacia la amistad, hacia el amor y el desamor, hacia la situación actual de descrédito de los políticos, hacia la memoria, hacia el olvido, hacia la pasión.

    Disfruté mucho durante esta hora poética. Y me emocioné al igual que Chencho, su mujer, su hermano, su cuñada y todos los que compartimos unas palabras sinceras, descarnadas, sin la retórica a que tantos poetas nos tienen acostumbrados. Porque la poesía sigue siendo un arma cargada de futuro, parafraseando a Gabriel Celaya. Porque la poesía es un vehículo de reflexión existencial, como se preguntaba Miguel Labordeta delante del espejo. Porque la poesía es un viaje machadiano y se viste de inocencia cada día al modo de Juan Ramón Jiménez.

     Hay que agradecer la presencia activa de todos los que nos acompañaron, la acogida de los responsables del hotel Molino Alto y los buenos deseos de todos los que nos quisieron acompañar pero no pudieron por diversos motivos. El verano cultural sigue en marcha en Aliaga. Lástima que agosto se vaya desgranando sin tregua. Porque hay día que merecen un alto dilatado en el camino.

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