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josemarco

AGOSTO EN ALIAGA (2)

      En una mañana fresca, casi fría, de este inestable e irregular mes de agosto encamino mis pasos hacia Campos. Bajo hasta la Aldehuela por la pista que bordea el túnel de las vagonetas de carbón y me dirijo después hacia la masada del Recuenco. Desde allí, inicio una progresiva subida por un camino pedregoso hasta llegar a una loma desde la que se divisan los aerogeneradores de San Just y, poco después, el monte calvario de Campos. Esta pedanía de Aliaga espera con ilusión sus fiestas patronales, que se celebrarán el tercer fin de semana de agosto. Entre otras actividades, organizan un concurso de fotografía y una carrera o andada popular. El pueblo se ve muy animado. ¡Ojalá estuviera siempre así!

     Después de un breve descanso, inicio mi regreso a Aliaga por el camino que bordea el Salobral y la huella lamentable de una mina a cielo abierto. Contemplo la masada abandonada, como tantas otras de este municipio y reflexiono sobre el paso inexorable del tiempo, sobre el cambio de hábitos de vida, sobre la inevitable e irreversible emigración. Es una pena que estas casas queden en este estado. Pero así es la realidad de estos caseríos quen hace unas décadas tenían vida y futuro. Me acerco a la parte posterior de el Chorredor, ya cerca del barrio de Santa Bárbara, y observo la dificultad del acceso y lo imposible del descenso si no se va bien equipado. Por eso desisto de mi empeño y asciendo hacia las Calzadas, otro lugar abandonado que perteneció a mis antepasados maternos. Eso sí, me quedo con la contemplación del paisaje moteado de sabinas. Una delicia del mediodía estival.

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