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josemarco

LOS AÑOS MAGNÍFICOS

LOS AÑOS MAGNÍFICOS

     Acabo de visitar la exposición Los años magníficos, dedicada a recordar los 75 años de historia del Real Zaragoza. Una muestra llena de historia, cargada de recuerdos y colmada de vaivenes y altibajos. Antón Castro, comisario de la muestra, ha aglutinado con acierto los sentimientos de cientos de zaragocistas que han colaborado para ofrecer durante dos meses en el Palacio de Sástago todo un catálogo de vivencias y de acontecimientos.

     El recuerdo en imágenes del golazo de Nayim, en la final de París del 10 de mayo de 1995, da la bienvenida al visitante, que muestra en su rostro las emociones vividas cuando contempla viejas fotografías, botas de todo tipo, balones rudimentarios, trofeos, camisetas, entradas, cromos, caricaturas y hasta unas pequeñas cajas de cerillas con las imágenes de los ídolos deportivos del momento. A partir del año 63, con el famoso equipo de los Magníficos, el Real Zaragoza comenzó a crecer con los lógicos vaivenes y altibajos. Hasta entonces el equipo vivió años difíciles, con una guerra de por medio. Desde aquel lejano 1932, en que nació el actual equipo tras la fusión de los avispas y los tomates, la historia del Zaragoza ha avanzado unida a la de una ciudad y a la de una región. Por eso la memoria evoca los momentos más dulces y los acontecimientos más positivos.

     Precisamente hoy se ha celebrado una tertulia en una de las salas del Palacio. En la mesa presidencial han dialogado de forma espontánea y cordial dos históricos exzaragocistas, Canario y Violeta, acompañados de Ricardo Lapetra, el hermano del llorado Carlos, el mejor aragonés del Real Zaragoza en su época más gloriosa. Han recordado los años difíciles, el esfuerzo para hacerse un hueco en el equipo y ese espíritu de unión que reinaba en la plantilla. Canario ha confesado "éramos como una pandilla de amigos". Todo un ejemplo de pundonor y amor a los colores para las nuevas generaciones. Quedan 25 años para el centenario. La nave zaragocista seguirá adelante. Parece que fue ayer cuando Nayim marcó el gol a Seaman, cuando se inauguró La Romareda en 1957, cuando los Magníficos pregonaban el nombre de la ciudad por toda Europa. Ese es el mérito de esta Exposición que cada día recibe cientos de visitantes: aquilatar la memoria y despertar la ilusión. Y, al parecer, está logrando con creces su objetivo.

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