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josemarco

LA AGONÍA DE LOS RÍOS

LA AGONÍA DE LOS RÍOS

     Hace tiempo que vienen sonando las señales de alarma. Nuestros ríos agonizan. Nuestros ríos se mueren. Su caudal es cada vez más exiguo, ya que aumenta el consumo humano, el consumo industrial y la reserva para regadíos. Además, los vertidos urbanos que van a parar a los ríos siguen aumentando en progresión matemática. Un ejemplo muy claro lo tenemos en los ríos del Pirineo: el Aragón y el Gállego son los más castigados por la contaminación y los que peor aspecto presentan. Cuando me desplazo a Villanúa, contemplo con tristeza cómo su escaso caudal surca torpemente el serpenteante cauce con una carga de residuos muy superior a la que soportaría este mismo caudal en una ciudad de diez mil habitantes. Lo mismo ocurre con pequños núcleos rurales ubicados junto a estaciones de esquí, como Astún o Candanchú. ¿A qué esperan el Ministerio y el Departamento de Medio Ambiente del gobierno de Aragón? La solución más urgente es, al parecer, la de instalar depuradoras en los núcleos urbanos más importantes. Pero esta actuación únicamente paliaría los efectos inmediatos de los vertidos. Hay que tener en cuenta que el agua que pasa por las depuradoras ya no es la misma, ni mucho menos, que el agua cristalina con la que todos hemos soñado alguna vez.

     Año tras año, década tras década, se puede comprobar este efecto contaminante en muchos ríos españoles. En Aragón, además de los ríos pirenaicos, hay otros tan amenazados o más por la dejadez de los habitantes de estas comarcas y por la desidia de las instituciones. Personalmente conozco las actuaciones para depurar las aguas del río Huerva en Mezalocha o del río Guadalope en Aliaga. Está claro que hay depuradoras más eficaces y más modernas que otras. Pero lo más importante es realizar de vez en cuando tareas de limpieza de los cauces y de las riberas para contrarrestar tantas agresiones por parte de vecinos o turistas. No sé si será ya demasiado tarde para afrontar la situación, pero lo que no podemos esperar es que alguna riada ocasional limpie la suciedad y mejore la calidad de las aguas. Mientras tanto, la contemplación de muchos ríos produce lástima. Las soluciones están en la mente de todos, pero hacen falta grandes inversiones. Y eso, de momento, es harina de otro costal.

1 comentario

Javier López Clemente -

Ayer de regreso de Valencia paré en Burbaguena, en un prometedor remanso al lado de la carretera que no lo fue tanto por los olores fecales.
Un abuelete me preguntó si era el ingeniero que tenía que canalizar los vertidos hacia la nueva depuradora, le dije que no pero él, agarrado a su vara, me contó toda la historia de los vertidos del pueblo y alrededores.

Salu2 Córneos.