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josemarco

AUTONOMÍA DE SEGUNDA

AUTONOMÍA DE SEGUNDA

     Ahora que se habla y se escribe tanto en los medios de comunicación sobre el reciente y lamentable descenso del Real Zaragoza a la división de plata - al "infierno" - del fútbol español, ahora que los acontecimientos políticos y sociales de Aragón se precipitan inevitablemente hacia esa fecha mágica del 14 de junio de 2008, día de la inauguración de la Exposición Internacional, ahora que ha vuelto a la palestra política y al ruedo social el tema del agua y el inevitable trasvase - sí, trasvase - del agua del Ebro a Barcelona, ahora que el macroproyecto de Gran Scala, auspiciado por Biel - ¿obcecación o cabezonería? - vuelve a las Cortes Aragonesas, ahora que se cumplen 25 años de la constitución de este mismo parlamento autonómico, mis modestas reflexiones pueden ir por el camino de la metáfora y de la simbología, utilizando el símil del descenso de categoría deportiva del equipo de Zaragoza y de Aragón.

     Porque - y hay que decirlo bien claro - la autonomía aragonesa sigue siendo de segunda división. No es que no se haya avanzado en estos 25 años - sería de ciegos no reconocerlo - pero, si nos comparamos con tres de las cuatro comunidades autónomas limítrofes, (a excepción de Castilla y León, que va a nuestro ritmo ) estamos a años luz en muchos aspectos. Tanto catalanes como valencianos o navarros están a años luz en muchos aspectos. Podemos hablar del tan socorrido tema de las comunicaciones, de la financiación autonómica o de educación y sanidad. Pero lo que más llama la atención durante estos últimos días es la relación de dependencia, de servidumbre incluso, con la vecina Cataluña. Los catalanes se siguen negando a devolver los bienes eclesiásticos de la Franja, que pertenecen a Aragón; y los catalanes han conseguido un trasvase - disfrazado de sorprendentes eufemismos - del que, al parecer, no se van a volver atrás. Aunque llueva mucho más. Aunque diluvie. Marcelino Iglesias lo sabe. Y por eso quiere ir mañana a Madrid a entrevistarse con Zapatero. No sé lo que conseguirá. Lo que está claro es que la ministra de Medio Ambiente no va a dar fácilmente su brazo a torcer. El tiempo lo dirá. Pero mal pintan las cosas para nuestra comunidad.

     ¿Qué es lo que ocurre? Que somos sólo poco más de un millón de votantes. Que nuestro territorio no alberga la riqueza de otros. Que el clima no nos favorece. Y que tenemos unos políticos demasiado plegados a Madrid, es decir, a los intereses de su partido. Y eso es muy difícil de solucionar.

      De momento, estamos en segunda. Esperaremos un año para ascender, al mismo tiempo que el Real Zaragoza. Pero para ello hay que unir más las fuerzas y echar mano de la imaginación. Y eso, por desgracia, no está a la orden del día.

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