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josemarco

DÍA GRIS DE PRIMAVERA

DÍA GRIS DE PRIMAVERA

      La primavera viste de verde el paisaje de los campos y las laderas de las montañas. Pero, en la ciudad, en la urbe dominada por el cemento y el asfalto, viste de gris las avenidas, las siluetas de las personas que callejeann en esta tarde dominical, los paraguas, las farolas, las aceras, los visillos de las ventanas, el perfil de los árboles, la superficie del río, el cielo encapotado.

     Un cielo gris que en el horizonte más lejano se funde con el color cárdeno de las montañas y con el color blanquecino de esas nubes pasajeras, efímeras, casi inconsistentes. Desde mi ventana contemplo las altivas copas de unos chopos que pasan por encima de los tejados y dejan como regalo primaveral finas partículas de polen que producen las alergias y desencadenan una sinfonía de estornudos que rompen el aparente silencio de la tarde de este domingo de abril.

      Se dice con frecuencia que la primavera compite con el otoño, aunque sean dos estaciones aparentemente inversas. En cierto modo, es así. Al menos, cuando el sol brilla por su ausencia durante varios días y las nubes se enseñorean del paisaje. Primavera lluviosa, como las de antes. Primavera inestable y carprichosa. Primavera efímera y paradójica.

       Prefiero, de todos modos, estas tardes lluviosas que las insolentes tardes soleadas del mes de mayo. El tono gris del paisaje urbano invita a la reflexión, a la creación literaria, a la expresión de los sentimientos, al buceo en el mundo de los sueños, a un cierto perfil surrealista. En el fondo, el surrealismo aflora en casi todas las situaciones cotidinas y en casi todos los ambientes. Y en esta tarde de domingo se cuela la primavera por el recuadro gris de mi ventana como un fantasma silencioso y absurdo. Decididamente surrealista, como tantas escenas de las películas de Buñuel.

(La fotografía pertenece a la página taringa.net)

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