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josemarco

DÍAS CONVULSOS

DÍAS CONVULSOS

      Últimamente, no hay día sin sorpresa, no hay jornada sin sobresalto. Muchos pensábamos que, con el cambio de gobierno, las cosas iban a ir mejor - o al menos no iban a empeorar -. Una gran mayoría mantenía una cierta esperanza y optimismo ante el futuro. Pero, al parecer, la crisis económica aún no ha tocado fondo y no sabemos adónde nos conducirá esta vorágine de malas noticias y de estremecedores vaivenes.

     En la prensa cada vez se habla menos de cultura, de sociedad, del próximo verano, de los eventos deportivos, de sucesos, de efemérides. Porque lo que prima ante todo y sobre todo es la marcha a la deriva de este titánic europeo que navega sin rumbo por aguas turbulentas y puede encallar en cualquier momento, golpeado por la parte saliente del más inesperado iceberg.

      Todos nos planteamos la misma pregunta: ¿hasta cuándo? Y hay palabras que casi ni nos atrevemos a musitar: corralito, inervención, rescate,... A este paso, vamos a ser expertos en economía y nuestra imaginación va a desbordarse en busca de soluciones casi utópicas y de vanos estados de optimismo.

      Mientras tanto, habrá que vivir el día a día. Con cautela, con prevención, sin estrés, sin sobresaltos. Esa es, al parecer, la única medicina para luchar contra esta enfermedad que hemos contraído sin saber por qué.  Y lo peor de todo es que nadie encuentra la vacuna y nadie conoce el camino de retorno, si es que lo hay. Definitivamente estamos ante una vuelta al pasado. ¿Será irreversible? Esa es la pregunta del millón, la más difícil de responder en esta primavera convulsa.

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