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josemarco

EVOCACIÓN DEL PASADO

EVOCACIÓN DEL PASADO

     Mientras se despereza en Aliaga esta mañana agradable de agosto, oigo desde el solanar el sonido de unas jotas que son el preámbulo de uno de los muchos pregones que se anuncian a los cuatro vientos durante estas fechas. La verdad es que estos anuncios públicos suelen ser bastante eficaces y llegan con relativa nitidez al público interesado. Pero los pregones ya no son lo que eran. Recuerdo todavía, en los lejanos años sesenta, a aquel pregonero que con su trompetilla dorada en forma de cuerno recorría todas las calles y plazoletas del pueblo anunciando esto, eso o aquello. En Aliaga me viene a la memoria la figura de Marcelino, al que muchos niños reverenciaban y otros admiraban entre calladas sonrisas.

     Hoy ya no quedan casi vestigios de esos pregones vivos, directos, espontáneos, eficaces. Como tampoco permanecen otras costumbres. Afortunadamente, el progreso ha dejado atrás los viajes a la fuente más cercana para llenar con agua cristalina los cocios de casa. También han desaparecido las idas y venidas hacia el lavadero o hacia el río para lavar y aclarar la ropa sucia. El basurero ya no pasa con su caballería y su carro por nuestros portales. Y la leña se pudre en los montes en lugar de alimentar las estufas y cocinas. El cambio ha sido radical. En sólo unas décadas. Ha cambiado más el mundo rural en los últimos cincuenta años que en varios siglos.

     Todos nos hacemos, sin embargo, la siguiente reflexión: ¿será para bien? Aparentemente, así lo parece. De todos modos, desde el punto de vista ecológico, da pena ver el caudal del río cada vez más mermado, los chopos cada vez más viejos y abandonados, el lavadero, solitario y la hierba avanzando por doquier en calles, huertas y tejados.  Nadie quiere, de todos modos, un retorno al pasado. Pero hay costumbres que no deberían desaparecer.

3 comentarios

Luis Antonio -

La referencia a Marcelino la interpreto como un merecido homenaje a su memoria. Yo también lo recuerdo, sobre todo, cuando contemplo su casa cerrada y silenciosa

ana a. -

Suscribo las palabras de Antón.
A mí las fiestas no me entusiasman, debo confesar. Besicos desde el canal.

Antón Castro -

Enhorabuena, José, por la calidad, la belleza,la hondura y la mirada emocionante de todos tus textos y de todas tus líneas. Un abrazo. Cúidate. AC