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josemarco

VERANO DE 2018 (V)

Con la llegada del mes de septiembre, el verano se apacigua y el calor se suaviza. Las noches son más frescas y la naturaleza respira un halo de humedad muy peculiar. Ha sido un verano húmedo y esperemos que pronto salgan los primeros rebollones y podamos recogerlos en los bosques cercanos. 

El mes de septiembre indica una cierta vuelta a la rutina y a la normalidad. Pero en algunos pueblos, como en Aliaga, esto es una excepción, porque hasta el día 9, que indica el final de las fiestas, se mantiene en el pueblo un clima festivo y un calma antes del chupinazo del jueves que indicará el inicio de cuatro días de diversión, de alteración de horarios y de actos festivos de todo tipo.

Mientras tanto, se ha silenciado el bullicio de los niños en las calles, las peñas preparan todo de puertas para adentro, la piscina está semivacía y el cielo gris y encapotado se enseñorea del paisaje. Son los signos de septiembre, los anticipos de un otoño que llegará en menos de tres semanas. Entonces echaremos de menos este verano de 2018 y soñaremos con el próximo o con las próximas celebraciones de Navidad y Reyes.

VERANO DE 2018 (IV)

Cuando se acercan los últimos días del mes de agosto, Aliaga prepara ya sus fiestas patronales. Pero, mientras tanto, otros eventos de interés despiertan la atención de sus vecinos. Uno de ellos fue la presentación del nuevo equipo de fútbol sala de Aliaga en la plaza del ayuntamiento. Un proyecto ambicioso que esperemos sea todo un éxito y atraiga a nuestro pueblo durante los fines de semana del resto del año a personas de los distintos pueblos de la geografía aragonesa. Es muy positivo optar por el deporte con todo lo que conlleva de convivencia, superación, esfuerzo y disciplina. Pero para ello hay que contar con el apoyo de patrocinadores, de la afición de de todos aquellos amantes del deporte.

La vida sigue y el mes de agosto nos seguirá trayendo pequeñas sorpresas en forma de iniciativas para que Aliaga no sea sólo un lugar para pasar los tres meses estivales sino que sea un reclamo para esos meses otoñales e invernales en los que el silencio predomina sobre la actividad y la soledad se enseñorea de las calles y del entorno natural.

VERANO DE 2018 (III)

Mientras escribo estas impresiones desde el antiguo solanar de mi casa, contemplo el paisaje único e irrepetible de la montaña que custodia la parte sur del valle del Guadalope, donde se asienta Aliaga. La mañana es fresca y apacible. Y el sol, después de la pequeña tormenta de anoche, brilla en todo su esplendor. Es el momento de montarse en bicicleta y recorrer las numerosas rutas que nos ofrece esta comarca turolense. Otros prefieren, sin embargo, pasear por el monte y contemplar el paisaje desde alguna eminencia. También hay algunos que se decantan por el "running", ya sea por la carretera o por los caminos vecinales.

Lo que todos desearíamos en este momento es que, una vez terminadas las vacaciones estivales, las diversas instituciones se pongan de acuerdo y comiencen a reparar los daños de la riada del pasado 27 de junio, empezando por los más importantes como los dos tramos afectados de la carretera a Miravete. Seguiría después la reparación de los puentes y de los caminos que bordean el río, sobre todo en la zona de Las Tablas. Y como prioridad, sería conveniente reparar las pasarelas que comunican Aliaga con Montoro y que tan buena aceptación han tenido tanto para los vecinos como para los turistas. Son deberes para después del verano, aunque algunos ya se deberían estar realizando.

VERANO DE 2018 (II)

Mientras el mes de agosto avanza inexorable, las tormentas parecen darnos un pequeño respiro y el sol matinal se enseñorea del paisaje. Estos días apetece caminar, correr o ir en bicicleta. Está todo tan verde que contemplar la naturaleza de este valle tan pintoresco es un placer para los sentidos. 

Ya se ha terminado la semana más importante del verano, la llamada semana del 15 de agosto. Pero los que podemos, apuramos los días del verano hasta el final e intentaremos incluso disfrutar de los primeros días otoñales.  Porque septiembre en Aliaga, especialmente después de las fiestas, es sinónimo de tranquilidad, sosiego y silencio. Eso sí, a todos nos gustaría que los pueblos de esta comarca turolense tan amenazada por la despoblación, conservaran durante el resto del año la misma fisonomía de estos días de agosto. Pero, desgraciadamente, casi todos volveremos a la capital, a ese señuelo urbanita que nos hechiza sin saber por qué.

Eso sí, volveremos a menudo al pueblo a cargar pilas, a disfrutar del paisaje, a pasear por sus calles, a visitar a las personas más queridas y - por qué no - a soñar con un futuro diferente: unos pueblos con escuelas llenas de niños, con alguna industria que dé trabajo a los vecinos y con más explotaciones agrícolas y ganaderos. Soñemos, pues. Que soñar es gratis.

VERANO DE 2018 (I)

Después de casi año y medio sin escribir en estas páginas en blanco, vuelvo a darle vida a este blog. El tiempo avanza acelerado y ya estamos en la cuesta abajo de un nuevo verano caracterizado por las tormentas y el tiempo inestable. Todavía no se han reparado los daños que causó en Aliaga y sus alrededores al tremenda tormenta del pasado 27 de junio. El río Guadalope salió con tanto ímpetu que casi se lleva por delante el puente que da acceso al santuario de la Virgen de la Zarza. Las consecuencias sonn todavía evidentes, especialmente en la carretera que une Aliaga con Miravete. Al parecer, las administraciones no acaba de ponerse de acuerdo para reparar todas esas afecciones tan graves. ¿Hasta cuándo habrá que esperar? Ya hago referencia a ello en la Tribuna de Aragón Digital de hoy - www.aragondigital.es -. Me pregunto en este artículo qué pasaría si los daños hubiesen afectado a una carretera más importante y más rentable económicamente.

Los días pasan y el mes de agosto se va acercando a su fin. En Aliaga ya se están preparando para las próximas fiestas patronales. Tanto la comisión de fiestas como las peñas ya calientan motores. Este mes es el mes estrella para el turismo en la localidad. Lástima que las pasarelas que completaban la ruta senderista hasta Boca Infierno y después hasta Montoro hayan quedado seriamente dañadas debido a la citada riada. Habrá que esperar a que los políticos de turno terminen las vacaciones estivales y regresen a sus despachos para pensar, decidir y actuar. Es lo mínimo que se le puede pedir a un representante político. 

Por lo demás, seguiremos a menudo con estas impresiones que reflejan el latido de los días y las inquietudes de cada momento.

FLORES DE PRIMAVERA

FLORES DE PRIMAVERA

     El mes de abril se despereza en Aliaga y va rompiendo paulatinamente el caparazón gris del largo invierno. Tanto si te asomas por la ventana como si paseas por la Vega o el Cascajar, puedes observar los frutales en flor y los chopos que, aún con timidez, ya muestran sus primeros brotes. Llaman la atención este año los perales en flor. Una flor blanca, nítida, generosa. Es una flor distinta a la del azahar, pues su aroma no es tan intenso ni tan dulce. Si durante estos primeros días de primavera - esa primavera tardía machadiana - las heladas respetan los frutales, será un año generoso en frutas otoñales. Eso sí, es una pena que haya tantas huertas abandonadas y expuestas a la invasión de las zarzas y de la maleza. Porque, al parecer, el futuro de esta tierra cultivada en otros tiempos podría ser la construcción de pequeñas casas o segundas residencias.

     La primavera avanza en estos días previos a la Semana Santa. Una Semana Santa distinta, más aséptica, más lúdica y recreativa. Los tiempos han cambiado tanto que cada vez es más difícil evocar aquellas celebraciones religiosas de los años sesenta y setenta. Las procesiones eran multitudinarias y el sonido de los tambores y las trompetas retumbaba por todo el pueblo. Ahora, en cambio, la asistencia a los oficios es minoritaria y los jóvenes se mantienen alejados de la iglesia. También ha cambiado el ambiente del pueblo. Hay muchas casas cerradas, las calles están vacías y sólo durante estos cuatro días se nota algo más de movimiento.

     Por eso es importante en esta mañana de miércoles santo recrearse en esta incipiente primavera que será tan efímera como estos días de descanso. Porque a veces es importante buscar un oasis de soledad, un paréntesis de silencio y un espacio para la reflexión. Lo demás habrá que pensar que obecece al cambio de los tiempos y a una nueva mentalidad más laica y menos dependiente de una mentalidad religiosa que abarcaba todos los ámbitos de la vida durante estos días.

INQUIETUD EN EL MUNDO RURAL

INQUIETUD EN EL MUNDO RURAL

Resuenan en la capital más centralizada o centralista de Aragón los ecos del hombre del campo, de los habitantes de comarcas en declive como las Cuencas Mineras, de los olvidados invierno tras invierno, de esta España vacía que camina irremediablemente hacia la inanición. Los tractores surcan las calles de Zaragoza para pedir más ayudas, más consideración y más inversiones para los agricultores y ganaderos de nuestra comunidad. Una comunidad autónoma en la que, gracias a la factoría Opel - pue esperemos se mantenga muchos años - y a su privilegiada situación geográficas, goza de los privilegios de la industria. Pero lo que ocurre es que el valle del Ebro se lleva la palma y para las demás comarcas quedan las migajas.

Basta viajar cualquier fin de semana a unos de estos pueblos que rondan o apenas superan los cien habitantes en invierno para darse cuenta de que el fantasma de la soledad avanza día tras día, de que las calles están vacías y las casas totalmente cerradas, de que la ausencia de vecinos, cada vez más envejecidos, sume a estos lugares en la más absoluta tristeza. Sin embargo, algunos aún se salvan de la quema - al menos de momento -. Así en Aliaga todavía disponemos de un supermercado, de un centro médico comarcal y de una pequeña industria. pero eso no es suficiente. Ni mucho menos. Hace unos meses cerró la gasolinera y también cesó en su actividad el hotel de montaña del Molino. Son duros golpes para una población que tuvo tanta vida y actividad a mediados del siglo pasado. 

El único consuelo que nos queda es que el turismo siga en alza y que las iniciativas privadas para invertir en la zona sigan adelante. De momento, me alegró contemplar un grupo de niños jugando en la escuela del puablo. Muy pocos, pero suficientes para mantener un pequeño resquicio de esperanza para el futuro del medio rural aragonés.

DESEOS PARA EL 2017

DESEOS PARA EL 2017

Retomo a mi blog después de más de dos meses de paréntesis. Hay tantos medios para plasmar los sentimientos, hay tantas redes sociales, revistas digitales, periódicos digitales,... que a veces uno deja de lado esta empresa que comenzó hace casi doce años y que, al parecer, se va apagando poco a poco.

De todos modos, no puedo evitar seguir escribiendo sobre ese futuro incierto de nuestros pueblos, esa sangría de población y esa España vacía que recorre de este a oeste no sólo la provincia de Teruel sino otras colindantes. Esta es la triste y cruda realidad, en especial cuando llega lo más duro del invierno y el hielo o la nieve - esta con cuentagotas - tiñen de blanco los caminos y las montañas.  No sé cuál es la palabra que podría calificar lo solos que se quedan los pueblos después del verano o después del paréntesis de las Navidades. Tal vez podríamos hablar de desolación. 

Como una metáfora, adjunto esta fotografía que he rescatado del Heraldo Digital de hoy, para expresar la soledad, el abandono y la dejadez en que queda el mundo rural que se va desangrando poco a poco. Pero, a pesar de todo, habrá que tener algo de esperanza en el futuro y pensar en la posibilidad de que el ciudadano de a pie valore la vida de los pueblos, mejore su entorno natural y se decida a invertir a pesar de las dificultades económicas y trabas burocráticas.

Porque es una pena que la vida de algunos núcleos rurales sólo dure los tres meses escasos del verano. Algo habrá que hacer ¿no? Pero no hay que esperar que se resuelva todo desde arriba. Los políticos están demasiado ocupados en sus problemas internos. A ver si algún día los resuelven y miran por el retrovisor. Igual se les cae la cara de vergüenza.

NOVIEMBRE

NOVIEMBRE

El mes de noviembre siempre ha sido para mí un mes caduco, anodino, tristón. Son días que invitan más a la melancolía y que nos llenan de nostalgia. Los días se acortan, los árboles se despojan y la naturaleza presaenta un aspectos entre amarillento y grisáceo. Por eso, este poema intenta reflejar un estado de ánimo que espero vuelva a su tono normal en primavera.

DÍAS ACOTADOS

                                Noviembre sabe a niebla y a días acotados

                                surcados de silencios y gris en las aceras

                                teñidas de nostalgia.

                                Noviembre sabe a bruma y a solares vacíos,

                                a ladridos oscuros de perros sin destino

                                en el solar estéril de los dulces ocasos.

Si cruzas el umbral de las tardes opacas,

                                encontrarás el eco de inciertas madrugadas

                                y la farola azul solitaria y ausente

                                al filo de la nada.

                                Si atraviesas la luz que conduce al abismo,

                                vivirás la experiencia de los zombis reales

y añorarás la dicha de los días felices,

                                cada vez más lejanos.

Todo es tan fantasmal

                                que prefiero la vida de las tardes sin tregua

                                a esta niebla sin fin que oculta las vivencias

                                de las noches calladas.

OCTUBRE

OCTUBRE

     Octubre es un mes cargado de promesas, preñado de nostalgia. Es un mes de recuerdos, de olvidos, de flores y de frutos. Es la antesala del otoño, orlada por una sinfonía de colores y por unos crepúsculos melancólicos. Nadie como Marina Casado, una joven poeta madrileña, ha plasmado mejor los latidos de este mes agridulce. El poema octubre pertenece a su primer libro Los despertares. Ahora acaba de publicar otro excelente poemario: Mi nombre de agua.

                              Octubre viene lleno de promesas doradas,

                              de pisadas crujientes e imposibles miradas

                              teñidas de silencio y de melancolía.

 

                              Los vientos amarillos que agitan mis sentidos

                              me hablan de pasados ahora ya remotos,

                              de niños que jugaban a pisar los caminos

                              atónitos por el crujir

                              de las hojas secas.

 

                              Un resplandor dorado que baña los paisajes,

                              los sentimientos vanos y los cuartos oscuros

                              enterrados en los sepulcros que guarda la memoria.

 

                              Una risa infantil que se pierde conmigo,

                              errabunda por los caminos ajenos a la angustia,

                              blanca como la voz del ululante viento

                              cargado de semillas, y de hojas y frutos.

 

                              Y de hojas y frutos...y de polvo dorado de hadas

                              que se pierde en el tiempo, allá donde los cuentos

                              sí tenían final, y donde las princesas

                              despertaban del sueño de su eterna añoranza.

 

                              Pero yo no despertaré, vagaré para siempre

                              por entre los otoños de oro y fuego, dormida,

                              susurrando a los vientos antiguas melorías,

                              mientras el tiempo parece detenerse

                              en los densos boscajes de mis sueños.

 

                              Por entre los otoños y las melancolías,

                              renunciaré a mi vana espera;

                              no se producirá aquel beso

                              que rompiese el hechizo.

 

                              Octubre se va lleno de atardeceres rotos,

                              y de sueños truncados,

                              y de caminos vanos que recorre

                              la doncella hechizada por la eternidad.

                              Todo bañado por el oro de las hojas marchitas

                              y el lamento del viento que susurra

                              que nada en esta vida es realidad.

ATALAYA PRIVILEGIADA

ATALAYA PRIVILEGIADA

     Con lentitud, con rapidez, contemplando el paisaje, mirando hacia lo alto y con mucha ilusión. Así se puede ascender a lo más alto del castillo de Aliaga desde hace un mes. Han instalado una escalera sobre la estrecha y cada vez más deteriorada senda antigua para facilitar la subida a todo aquel que no tenga vértigo y camine con normalidad. Desde los más pequeños hasta la gente mayor, vecinos del pueblo y muchos visitantes suben estas cincuenta escaleras de metal y se plantan junto a la cruz de unos tres metros que corona la piedra que servía de parapeto al castillo.

    Hay que valorar la iniciativa y hay que valorar también los dos carteles informativos que hay en dos remansos del recorrido. Nos ofrecen fotografías antiguas de lo que fue este castillo medieval, que se remonta al siglo XII. Y nos informan de la destrucción casi total durante la guerra carlista del siglo XIX y del deterioro y el abandono posterior. Ojalá este primer impulso sirva para recordarnos que las ruinas se pueden restaurar, que el pasado no se puede dejar sepultado para siempre y que este castillo tiene una historia que habría que exhumar.

¿OTOÑO O FINAL DEL VERANO?

¿OTOÑO O FINAL DEL VERANO?

     Acaba de comenzar el otoño hace unas horas. Y nadie diría que hemos llegado a este equinoccio. Porque, casi sin darnos cuenta, el verano parece que se resiste a abandonarnos y continúa con esas temperaturas bonancibles, sobre todo por las tardes. Eso sí, sólo las mañanas más frescas y el progresivo acortamiento de las horas de luz nos recuerdan que estamos a las puertas de la estación de la decrepitud, de la caída de las hojas, de los frutos amarillos y de la melancolía.

     Personalmente, nunca me ha gustado esta estación. Es verdad que tengo recuerdos gratos del mes de octubre y ausencias dolorosas. Pero lo que menos me gusta es esa desnudez paulatina del paisaje, esos crepúsculos cada vez más prematuros y esa nostalgia que, no sé por qué, surca cada año mi columna vertebral.

De todos modos, como se trata de vivir estos tres meses lo mejor posible, habrá que pasar de puntillas por la celebración de Todos los Santos, habrá que pensar en los reencuentros con los amigos, en los fines de semana al calor de la lumbre, en las nuevas lecturas, las novedades literarias y alguna - muy pocas - series de televisión que valgan la pena. Sin embargo, la mejor medicina contra estos días grises o amarronados es buscar una buena ocupación que nos aleje de la nostalgia y que destierre de una vez por todas el fantasma de la melancolía.

AGOSTO EN ALIAGA (7)

AGOSTO EN ALIAGA (7)

     Una de las rutas más interesantes que se pueden realizar desde hace unos días es la caminata desde Aliaga hasta hasta la presa del embalse de la antigua central térmica. Paralelamente al río Guadalope, pero desde la otra orilla, se ha construido una vía ferrata que salva los barrancos y sortea los inconvenientes. A partir de ahora se van a poder observar nuevas vistas de este tramo del río que discurre entre Aliaga y la Aldehuela. Son parajes inéditos, casi nunca hollados por los vecinos y visitantes. Todo ello está orientado a fomentar el turismo. Han sido muchos los que se han acercado a realizar este recorrido de una hora y media aproximadamente entre ida y vuelta. Y la mayoría no han vuelto defraudados. Eso sí, hay que ir bien preparado, con buen calzado y sin miedo al vértigo.

AGOSTO EN ALIAGA (6)

AGOSTO EN ALIAGA (6)

     El mes de agosto va avanzando. Echamos de menos el agua. Echamos de menos las tormentas de verano. Echamos de menos ese cauce del Guadalope surcado por aguas cristalinas. Mientras tanto, llenamos los momentos de ocio con rutas a pie, rutas en bicicleta y partidas de guiñote. El penúltimo fin de semana de este mes caluroso nos lleva a Campos, esta pedanía de Aliaga que celebra sus fiestas patronales. Allí hay entretenimiento para todos: niños, jóvenes y mayores. Nadie se aburre mientras suena la música, actúan los payasos y se estremecen los castillos hinchables.

    Es bueno contemplar este ambiente festivo, esta armonía, este bullicio que echaremos de menos dentro de dos o tres semanas. Luego llegará el otoño con su silencio amarillo y el largo y rutinario invierno. Pero, mientras tanto, estamos disfrutando de unos días que volverán a repetirse el próximo mes de agosto. Va a ser una larga espera, pero los habitantes de este pequeño enclave rural turolense ya están pensando en las próximas celebraciones y en cómo mejorar la calidad y la cantidad de actividades. Eso sí. El listón está muy alto. Nuestra enhorabuena.

AGOSTO EN ALIAGA (5)

AGOSTO EN ALIAGA (5)

     A pesar de la sequía, las riberas del Guadalope se han convertido en un camino ideal para pasear, caminar o hacer footing. A primera hora de la mañana son muchos los vecinos de Aliaga que aprovechan para practicar algo de deporte. Luego llega la calma y la tranquilidad. Hasta última hora de la tarde, momento ideal para buscar una buena sombra y disfrutar de una temperatura envidiable.

      Hay que cargar las pilas antes de llegar a la rutina de septiembre. Agosto se va esfumando y hay que exprimirlo al máximo. Todavía quedan dos fines de semana apasionantes, nuevas rutas por recorrer y algunos pueblos por visitar. Mientras tanto, intentamos captar imágenes inéditas de Aliaga. Unas fotografías a vista de pájaro de las que aquí compartimos una muestra. Están realizadas desde la "olla" esa montaña caprichosa que bordea el este del valle y que se enrosca como si de una caracola se tratara. Son los caprichos de la Geología y las huellas del paso del tiempo.

 

AGOSTO EN ALIAGA (4)

AGOSTO EN ALIAGA (4)

      Después de la lluvia generosa, aunque insuficiente, de ayer tarde, ha amanecido en Aliaga con un cielo azul y nítido. Dicen algunos expertos, que Aliaga es uno de los lugares desde donde mejor se contemplan las estrellas. Yo diría también que es uno de los valles mejor hermanados con la luz matinal y con el contraluz crepuscular de las tardes estivales. Hoy es un día de esos. Y habrá que aprovecharlo para subir a la famosa olla, que se ha convertido en emblema de este pintoresco pueblo turolense y contemplar desde otra perspectiva este valle torcido que da nombre al municipio.

     Son muchos los miradores privilegiados desde los que podemos contemplar no sólo el valle en el que se asienta Aliaga, sino otros lugares del entorno. Porque la comarca de las Cuencas Mineras, una de las más extensas de Teruel, tiene muchos rincones que descubrir y muchos caminos que recorrer. En los próximos días intentaré plasmar nuevas experiencias y apurar lo poco que nos va quedando de este mes de agosto. No hay tiempo que perder. Y en ello estamos.

AGOSTO EN ALIAGA (3)

AGOSTO EN ALIAGA (3)

     El 15 de agosto marca prácticamente el ecuador del verano. Un verano que comienza a declinar después de esta fecha y que parece anticiparnos el próximo otoño. Pero este año echamos de menos las tormentas, no sólo para paliar esta prolongada sequía sino sobre todo para que el paisaje estival rompa la monotonía anticiclónica y se torne más cambiante. Hoy me he despertado con la famosa canción de Ixo Rai. En ella se plasma perfectamente la realidad de estas fiestas de mediados de agosto en los pueblos de la sierra turolense. Una realidad que no nos satisface a todos y que, en algunos casos, nos gustaría cambiar. 

       La ruta de este día ha sido a Jorcas, un pequeño pueblo de Teruel que está celebrando sus fiestas patronales. ¡Qué buenos recuerdos conservo de tantos quinces de agosto en Jorcas. Allí gané mi primer campeonato de guiñote, allí conocí personalmente a José Antonio Labordeta y compartí con él momentos inolvidables, allí pasé muy buenos ratos de charla en la peña "los zoqueros", allí viví largas noches de verbena bajo las estrellas, allí disfruté con un concierto de La Bullonera, allí saludé y escuché al Pastor de Andorra cantando "La palomica" en una tarde tormentosa... Y Jorcas sigue ahí, animada durante este puente y silenciosa y vacía durante el resto del año.

        También he aprovechado el puente para acercarme, como casi todos los veranos, al pequeño pueblo de Cervera del Rincón - actual pedanía de Pancrudo-. Mientras los niños se divertían en el parque infantil, reflexionaba sobre el futuro de este pueblo y de tantos otros, sobre estos inviernos crudos y solitarios, sobre esas casas vacías. La frase de Labordeta en su canción "Aragón" me vino de nuevo a la memoria: "Vamos camino de nada". Ojalá hubiera un 15 de agosto cada semana para dar vida a lo que la tuvo hace ya varias décadas.

AGOSTO EN ALIAGA (2)

      En una mañana fresca, casi fría, de este inestable e irregular mes de agosto encamino mis pasos hacia Campos. Bajo hasta la Aldehuela por la pista que bordea el túnel de las vagonetas de carbón y me dirijo después hacia la masada del Recuenco. Desde allí, inicio una progresiva subida por un camino pedregoso hasta llegar a una loma desde la que se divisan los aerogeneradores de San Just y, poco después, el monte calvario de Campos. Esta pedanía de Aliaga espera con ilusión sus fiestas patronales, que se celebrarán el tercer fin de semana de agosto. Entre otras actividades, organizan un concurso de fotografía y una carrera o andada popular. El pueblo se ve muy animado. ¡Ojalá estuviera siempre así!

     Después de un breve descanso, inicio mi regreso a Aliaga por el camino que bordea el Salobral y la huella lamentable de una mina a cielo abierto. Contemplo la masada abandonada, como tantas otras de este municipio y reflexiono sobre el paso inexorable del tiempo, sobre el cambio de hábitos de vida, sobre la inevitable e irreversible emigración. Es una pena que estas casas queden en este estado. Pero así es la realidad de estos caseríos quen hace unas décadas tenían vida y futuro. Me acerco a la parte posterior de el Chorredor, ya cerca del barrio de Santa Bárbara, y observo la dificultad del acceso y lo imposible del descenso si no se va bien equipado. Por eso desisto de mi empeño y asciendo hacia las Calzadas, otro lugar abandonado que perteneció a mis antepasados maternos. Eso sí, me quedo con la contemplación del paisaje moteado de sabinas. Una delicia del mediodía estival.

AGOSTO EN ALIAGA (1)

AGOSTO EN ALIAGA (1)

      Todos hemos soñado con un pueblo de Teruel en agosto. Unos pueblos que renacen, que parece que vuelven a sus orígenes, que recobran la vida que perdieron hace ya varias décadas. Y Aliaga no podía ser la excepción. Ni mucho menos. La mayoría de sus casas vuelven a abrir sus puertas. Y llegan las reformas, la limpieza general y la charla animada con los vecinos. Unos vecinos a los que sólo se suele ver una vez a año. Y los niños animan las calles, y las pocas huertas que se siguen cultivando están en su plena lozanía. Y se suceden las fiestas,las verbenas populares, los concursos de guiñote y las cenas eternas.

      Porque en agosto hay tiempo para todo. Los paseos matinales por las orillas del Guadalope y las rutas en bicicleta también sirven para respirar un aire incontaminado y dejar atrás el estrés y la rutina de la ciudad. Una de estas pequeñas excursiones nos acerca a la recoleta y humilde fuente del Molar, que apenas sobrevive a la sequía de este verano y nos regala un agua fresca e incontaminada. Son muchas las rutas como ésta. Y poco a poco iremos desgranando otras. Porque es en verano cuando más se puede disfrutar de estos parajes, cada vez más olvidados.

      Incluso días cenicientos como hoy tienen un atractivo especial. Parecen un anticipo del otoño. Pero no. Aún queda mucho verano por delante, muchos amigos a los que saludar, muchos momentos que compartir, muchos senderos que recorrer, muchos momentos que recordar, muchos proyectos con los que soñar. De momento, aún estamos en el ecuador del verano. Y es tan efímero que habrá que aprovechar hasta el último suspiro.

(Foto: Fuente del Molar en Aliaga)

ESTIAJE

ESTIAJE

     En Aliaga todas las estaciones del año dejan su sello y su identidad. Una identidad única e intransferible. Esta se manifiesta en el paisaje, en la luz matinal, en los atardeceres, en las noches apacibles o gélidas, en el entorno o silueta de las montañas, en el color de los chopos, en el verdor de los pinos, y el los mil detalles que a veces se nos escapan de las manos.

     No sabría decir en este momento cuál es la mejor estación del año en este pueblo rodeado de un entorno privilegiado. Porque todas tienen su encanto. Personalmente, vivo con más intensidad la del verano, unos meses en los que parece que la naturaleza se despereza, que los colores se intensifican y que la luz nos inunda a raudales.

      Pero, en ocasiones, como está ocurriendo durante este cálido y seco mes de julio, no podemos disfrutar de escenas tan refrescantes como la de la fotografía. El río Guadalope sufre los rigores del estiaje y nos muestra descarnado un cauce seco, unas riberas desoladas, una ausencia de vida y lozanía.

      No sé si llegarán las tan necesarias tormentas de verano. No sé cuándo tardará en recuperarse este río que ha surcado durante siglos este valle silencioso. No sé cuándo volverán las aguas a su cauce. Mientras tanto, habrá que disfrutar de esta imagen del pasado, en la que el agua invade con su bravura los lugares más recónditos y pintorescos de este encantador pueblo turolense.