¿OTOÑO O FINAL DEL VERANO?
Acaba de comenzar el otoño hace unas horas. Y nadie diría que hemos llegado a este equinoccio. Porque, casi sin darnos cuenta, el verano parece que se resiste a abandonarnos y continúa con esas temperaturas bonancibles, sobre todo por las tardes. Eso sí, sólo las mañanas más frescas y el progresivo acortamiento de las horas de luz nos recuerdan que estamos a las puertas de la estación de la decrepitud, de la caída de las hojas, de los frutos amarillos y de la melancolía.
Personalmente, nunca me ha gustado esta estación. Es verdad que tengo recuerdos gratos del mes de octubre y ausencias dolorosas. Pero lo que menos me gusta es esa desnudez paulatina del paisaje, esos crepúsculos cada vez más prematuros y esa nostalgia que, no sé por qué, surca cada año mi columna vertebral.
De todos modos, como se trata de vivir estos tres meses lo mejor posible, habrá que pasar de puntillas por la celebración de Todos los Santos, habrá que pensar en los reencuentros con los amigos, en los fines de semana al calor de la lumbre, en las nuevas lecturas, las novedades literarias y alguna - muy pocas - series de televisión que valgan la pena. Sin embargo, la mejor medicina contra estos días grises o amarronados es buscar una buena ocupación que nos aleje de la nostalgia y que destierre de una vez por todas el fantasma de la melancolía.
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