FLORES DE PRIMAVERA
El mes de abril se despereza en Aliaga y va rompiendo paulatinamente el caparazón gris del largo invierno. Tanto si te asomas por la ventana como si paseas por la Vega o el Cascajar, puedes observar los frutales en flor y los chopos que, aún con timidez, ya muestran sus primeros brotes. Llaman la atención este año los perales en flor. Una flor blanca, nítida, generosa. Es una flor distinta a la del azahar, pues su aroma no es tan intenso ni tan dulce. Si durante estos primeros días de primavera - esa primavera tardía machadiana - las heladas respetan los frutales, será un año generoso en frutas otoñales. Eso sí, es una pena que haya tantas huertas abandonadas y expuestas a la invasión de las zarzas y de la maleza. Porque, al parecer, el futuro de esta tierra cultivada en otros tiempos podría ser la construcción de pequeñas casas o segundas residencias.
La primavera avanza en estos días previos a la Semana Santa. Una Semana Santa distinta, más aséptica, más lúdica y recreativa. Los tiempos han cambiado tanto que cada vez es más difícil evocar aquellas celebraciones religiosas de los años sesenta y setenta. Las procesiones eran multitudinarias y el sonido de los tambores y las trompetas retumbaba por todo el pueblo. Ahora, en cambio, la asistencia a los oficios es minoritaria y los jóvenes se mantienen alejados de la iglesia. También ha cambiado el ambiente del pueblo. Hay muchas casas cerradas, las calles están vacías y sólo durante estos cuatro días se nota algo más de movimiento.
Por eso es importante en esta mañana de miércoles santo recrearse en esta incipiente primavera que será tan efímera como estos días de descanso. Porque a veces es importante buscar un oasis de soledad, un paréntesis de silencio y un espacio para la reflexión. Lo demás habrá que pensar que obecece al cambio de los tiempos y a una nueva mentalidad más laica y menos dependiente de una mentalidad religiosa que abarcaba todos los ámbitos de la vida durante estos días.
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