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josemarco

SEMANA SANTA

SEMANA SANTA

Procesiones de Semana Santa. Caravanas interminables en las carreteras. Y la autovía mudéjar todavía en obras. Unas obras eternas, con la mirada puesta en ese casi simbólico 2008. Parece un número mágico, un talismán, la solución de todos los problemas de Zaragoza y de Aragón. ¿Será realmente así? Lo dudo, a la vista de los hechos. Aunque luego todo se acabe tarde y mal, y se llegue a tiempo a trancas y barrancas. Es la improvisación de siempre, el problema de todos los días, de todas las obras, de todos los proyectos. Eso cuando no se interponen las disputas políticas, cuando no aparece  Biel con su afán incomprensible de derribar por derribar.

Procesiones de Semana Santa. Lluvia en el ambiente. Vacaciones escolares y casi laborales. Muchachos en la calle, ya abrurridos, Eternamente aburridos. No saben lo que quieren. El mundo al revés. Mientras tanto, las cofradías ya preparan sus tambores y sus estandartes para dejarse ver, al menos, dos días. Las calles de las principales ciudades se vestirán de morado, azul o granate. Aunque la mayoría esté tostándose en una playa del sur o esquiando sobre las últimas nieves. Procesiones interminables en las carreteras. Y rosario de accidentes. Cada año lo mismo. ¿Rutina? ¿Novedad? Todo mezclado cual puzzle de religión, fiesta y huida de lo habitual. Hacia adelante. Hacia Madrid, que será casi zaragocista el día 12. Sólo faltaba Cani en la selección. Y ya está en el grupo de privilegiados. ¡Enhorabuena chaval! Has tapado la boca a cientos de intransigentes y fanáticos, que no saben lo que es el fútbol-arte. Genios incomprendidos. Procesión final hasta el Bernabéu. Mientras la ilusión aguante.

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