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josemarco

PRIMAVERA CULTURAL

PRIMAVERA CULTURAL

     Primavera cultural en Zaragoza. Primavera de cuenta atrás. Todos pendientes de la Expo. Todos pendientes de esas obras que parecen interminables. Todos pendientes del Ebro, que ha vuelto de nuevo a su escuálido caudal. Pero, de aquí a mediados de junio, podría despertarse y aguar la fiesta a todos los zaragozanos. 

     Primavera cultural en Zaragoza. Los libros han vuelto a salir a la calle. En la escasa docena de casetas instaladas en la plaza de Aragón, los libros viejos y antiguos yacen resignados. Esperan, quizás, la mano de un comprador capichoso y lleno de nostalgia. Hay ejemplares para todos los gustos: desde tratados de medicina hasta primeras ediciones de Valle-Inclán. Es un escaparate cultural que nos lleva de lleno al siglo XX. A algunos nos recuerda nuestra infancia: un calendario de 1958, una alineación del Real Madrid de los años sesenta, unos ejemplares de TBO  o del "Capitán Trueno". Los escasos visitantes de este mediodía primaveral se dedican a hojear algún libro con el inconfundible tono sepia o amarillento, huella del paso del tiempo. Casi nadie compra. Muchas consultas, mucho interés en algún volumen extraño. Los dependientes se muestran aburridos en un rincón de la pequeña caseta. Han venido de Madrid, de Valencia o de Pamplona. No sé si hay alguno de la capital del Ebro. Las librerías de viejo han ido desapareciendo y muchas de ellas sobreviven de modo virtual en internet.

     Primavera cultural en Zaragoza. El Paseo de la Independencia orlado de carteles que anticipan los días dedicados a cada país o autonomía en la Exposición de este verano. La ciudad se viste de viernes - "Completamente viernes", que diría Luis García Montero. En el escaparate de un gran centro comercial se pueden contemplar las últimas novedades editoriales. No son los mejores libros, aunque sí los más vendidos - eso dicen las estadísticas. Pero la cultura no conoce el paso del tiempo, ni las modas, ni el capricho de los editores o de los críticos. Por eso el libro viejo y antiguo - habría que matizar la diferencia - está ahí silencioso, cual testigo mudo del paso del tiempo. Se deja acariciar, se deja hojear y desea un dueño que lo acoja, que lo salve del anonimato de un cuchitril valleinclanesco, que lo redima, que exprima su sabiduría, que le devuelva el latido de lo cotidiano. Por eso está ahí, en una humilde caseta, con nombre nostálgico. Dos semanas de cultura en una plaza céntrica. Hasta que llegue el Día del Libro y la Feria del Libro con mayúscula.

2 comentarios

david -

es muy bonito

Nerea -

De Montero me habló el otro día la chica a la que le ayudo con sintaxis, de 2ºBach. Dijo que iba a su instituto y que habían leído unos poemas.
Nosotros leímos unos poemas en clase de literatura actual, antes de la charla que dio en la Uni.

Empieza la primavera con ganas de rescatar un libro y sentarse al sol a leerlo tranquilamente.

;)