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josemarco

LATIDOS COTIDIANOS (1)

LATIDOS COTIDIANOS (1)

     A pesar de que el fin de semana ha sido corto, - en lo que a cambio de ritmo y de actividad se refiere - veintiuna horas fuera de la ciudad han sido suficientes para llenar los pulmones de aire incontaminado, para contemplar con detención los primeros colores del otoño y para embeberte en un silencio crepuscular con la luna llena como mudo testigo.

     Has viajado de nuevo a la sierra, al valle que te vio nacer, a la casa de tus antepasados. Y has recordado con dificultad vivencias casi olvidadas de tu infancia. Te has imaginado el pueblo de los años sesenta, con sus calles animadas por el ir y venir de niños, jóvenes y ancianos. Te has asomado a la ventana del solanar y has contemplado la torre de la iglesia, iluminada como un faro perdido en alta mar. Hacia el norte, has adivinado la silueta inconfundible del castillo, de esa fortaleza sanjuanista que se desmorona año tras año.

      El domingo ha amanecido con todo su esplendor. El clima no parecía otoñal, aunque la hierba de los campos se haya vestido del blanco de una suave rosada. Un sol radiante inunda un valle surcado por el rumoroso Guadalope. Los chopos centenarios se resisten a vestirse de amarillo. Las laderas de las montañas muestran todavía la humedad de la lluvia que ha caído hace una semana. Una lluvia escasa, intermitente, necesaria. Pocos frutales muestran su habitual lozanía. Se nota el progresivo abandono de los campos, de la fecunda huerta, de la cada vez menos atractiva agricultura.

     Regresas a la ciudad después de este breve paréntesis. El sol de la tarde te ciega por momentos. Los pueblos de La Val se quedan vacíos. Un vacío de meses. Un vacío casi perpetuo. Por el espejo retrovisor contemplas un rebaño de ovejas. Apuran las últimas horas de un fin de semana fugaz, engañosamente otoñal, casi veraniego. Bebes agua cristalina de una fuente cercana. Un cartel informa de que es agua no potable. Nadie hace caso de este inútil anuncio. Ojalá todas las aguas que bebemos fueran como esta. La noche te recibe a la entrada de la ciudad. Tráfico denso. Semáforos por doquier. La radio anuncia las noticias de la semana que va a comenzar: reducción de plantilla en la Opel, oposición a las obras del tranvía, preámbulo de las fiestas del Pilar,... Pero tú te quedas con el latido del valle que te vio nacer. Un latido fugaz, un eco que permanecerá en tu interior hasta el próximo viaje, hasta un nuevo fin de semana.

 

3 comentarios

Luis Antonio -

Estuve la semana pasada por Aliaga y tuve o oportunidad, una vez más, de disfrutar de esos parjes llenos de paz y belleza.

Felices fiestas del Pilar, José Ma.

Pedro M. -

Hola José M., por medio de un familiar he llegado ha conocer tu blog y me he quedado gratamente sorprendido de tus pensamientos escritos y reflexiones acerca de muchas situaciones y comportamientos de la actualidad que nos toca vivir. Hay muchos y muy buenos pero, hoy precisamente me quedo con este de "Latidos Cotidianos (1)" en el que conforme lo vas leyendo, se va empapando en tu cerebro todo aquello que estás experimentando en ese fin de semana como si prácticamente lo estuviera viviendo yo. Y sin haber estado, también, me quedo "con el latido del valle que te vió nacer". A los que no podemos salir con asiduidad al pueblo (en mi caso al barrio de Santa Bárbara)leer estos comentarios y reflexiones sobre él, te hace inhalar esa "humedad de la lluvia que ha caído hace una semana". Este humilde lector te da las gracias, sigue así, que sigas escribiendo, y personas como yo, en plan vampiresco, chuparemos de tus pensamientos
y reflexiones. Perdón por si me he explayado más de la cuenta. Un saludo. Pedro M.

Clara Santos -

Hola,

Soy Clara Santos de Pokerlistings. Estoy interesada en establecer una colaboración con tu blog.

Espero que te pueda interesar.

saludos,
clara