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josemarco

LA HERENCIA DE TABUCCHI

LA HERENCIA DE TABUCCHI

     Ha fallecido recientemente unos de los escritores italianos más relevantes de los últimos años: Antonio Tabucchi. Aunque nació en Pisa, desde el 2004 tenía nacionalidad portuguesa. Estaba considerado como uno de los mejores conocedores de la obra del ilustre poeta Fernando Pessoa.

     Se consagró como literato con su obra Sostiene Pereira (1996), ambientada en la dictadura de Salazar en Portugal y llevada al cine muy poco después por Marcello Mastroianni.

    Tabucchi nos ha dejado una rica herencia literaria, tanto narrativa como ensayística. Ha sido reconocido por la crítica literaria como un maestro de las narraciones cortas.

    Mi pequeño homenaje son unas reflexiones de Tabucchi sobre la tarea del escritor y su talante. Las ha recopilado en un jugoso artículo de José Luis Merino.

     La literatura es una búsqueda, un viaje, es una voluntad de conocimiento, es, asimismo, un juego, un disfrute...
     A mí me gusta la vida de cada día, con sus pequeñas cosas. Creo que, en el fondo, nuestra vida es la suma de esas pequeñas cosas. Tienen que existir los filósofos y los escritores que nos explican el sentido más último de una vida...
      La intervención práctica no pertenece a los escritores. Pertenece a las personas que hacen otras cosas, otras funciones...
     Se puede ser una estupenda persona y un pésimo escritor; se puede ser una persona muy antipática y ser un buen escritor...
     La perfección no existe en la obra humana. Existe en la mística, en la religión, puesto que es una aspiración para alcanzar la perfección...
     El equilibrio de la estética griega ya no pertenece a nuestro momento. Es un objeto de reverencia y admiración. Desde que entra la figura del Cristo, se revoluciona completamente la estética moderna. La gran revolución es la figura del Cristo, que es francamente fea, muy delgada, se le ven las costillas. Es una estética muy distinta de la Venus de Milo o del Discóbolo de Mirón. Con Cristo nace una sensibilidad estética para Occidente muy distinta de la clásica...
     El escritor es un ladrón y un mirón, también un voyeur. El escritor no tiene que ser sólo una antena emitente, sino también una antena que recibe. A veces una conversación robada, por así decirlo, en el autobús me puede dar motivo para escribir un relato...
     La silla es un complemento importantísimo para el pensamiento. El hombre melancólico se asocia inmediatamente a la silla. El hombre de pie, que marcha, que es deportista, no es melancólico...
     Como para el poeta Pessoa la melancolía sentada equivalía a la saudade–esa fina categoría del espíritu como él la definía–, de ahí que prefiriera, según dicen, tomársela con dosis homeopáticas.

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