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josemarco

CONSUMO

CONSUMO

     El viernes pasado por la tarde, último día de agosto, tuve que acercarme a unos de los templos del consumo zaragoza, para realizar una compra concreta y necesaria. Hace días que no me acercaba a ese recinto lúdico, hechizante y acogedor. Por eso me sorprendió desde el principio el afán de los ciudadanos de a pie - especialmente jóvenes y adolescentes - por apurar hasta el último minuto de agosto para adquirir el producto apetecible, al precio que sea. Eso sí, se trataba también de esquivar la inmediata e injustificable subida del IVA del día siguiente.

    Hay personas que no son capaces de pasar un día sin consumir. Son consumidores compulsivos. Si tienen un poco de dinero en el bolsillo, lo funden en unas horas y si tienen tarjeta de crédito la dejan temblando en pocos minutos. Su mayor cruz son los días festivos, cuando cierran los grandes almacenes. De todos modos, con la próxima libertad de horarios, no evitarán la fiebre consumista ni un solo día. A veces me pregunto qué ocurriría en el medio rural si, a muy pocos kilómetros, instalaran unos grandes almacenes. ¿Se frenaría la progresiva y casi irreversible despoblación de nuestros pueblos? ¿Se acercarían más los urbanitas a los campos desolados y las montañas agrestes? No lo sé.

     Nunca he entendido a las personas que compran por comprar. Tampoco he adquirido la respetable costumbre de mirar y remirar escaparates. Y ni siquiera me he estrenado con alguna adquisición virtual en la red. Me gusta comprar lo que necesito. Y evito caer en la tentación de adquirir lo que no tenía previsto. Tampoco me gusta acumular. A pesar de la subida del IVA, a pesar de que puede escasear el producto, a pesar de la publicidad agresiva y engañosa.

     Me temo que los consumidores se olvidarán pronto de la subida del IVA y volverán a sus habituales paseos vespertinos por los grandes almacenes. Presiento además que las empresas harán lo posible por minimizar los efectos de la subida del impuesto para no perder a su clientela. No faltarán ofertas, saldos y demás zarandajas. Algunos ya han empezado a anunciar en sus escaparates que van a asumir la subida para que no repercuta en los clientes. Sin embargo, el único beneficiado será el Estado. ¿Servirá para asomar la cabeza del profundo pozo de la crisis? Tengo mis dudas y soy cada vez más escéptico.

 

 

    

    

    

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