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josemarco

EL ENCANTO DEL PIRINEO

EL ENCANTO DEL PIRINEO

     Vale la pena abandonar durante unas horas la gran ciudad, olvidarse de la pantalla del ordenador, del televisor, del ruido de los vecinos y del agobio cotidiano para acercarse a uno de los valles más encantadores del Pirineo aragonés: el valle de Pineta.

     Con el pretexto de conocer el lugar de acampada donde va a instalarse Javier durante la primera quincena de julio, hemos recorrido casi quinientos kilómetros para disfrutar durante cinco horas de un paisaje singular. Además, este año Pineta está más verde y más lozano que nunca. El río Cinca se desliza impetuoso desde la cascada que alimenta el lago helado de Marboré y el glaciar del Monte Perdido, las hayas muestran toda su lozanía y la nieve llega casi hasta lo más hondo del valle.

     En este primer día de apertura para los visitantes de la Exposición Internacional de Zaragoza, he recordado el agua del Ebro y he comparado su cauce triste y amarronado con el cauce alegre, cristalino e impetuoso de uno de sus afluentes. Es verdad que el Cinca irá perdiendo poco a poco su virginidad. Pero sus raíces están ahí, en este valle silencioso, al pie de este circo montañoso coronado por el Monte Perdido.

     Hace ya casi tres décadas descendí a este valle desde la cima del Monte Perdido. Fue una ascensión difícil y complicada. Pero quedó un poso de satisfacción después de alcanzar la meta. Hoy también hemos regresado a Zaragoza con el cansancio en el cuerpo pero con la mente despejada y la ilusión de haber disfrutado de un paisaje que, después de las últimas lluvias, muestra este año su cara más alegre. Eso mismo deseamos a los ciento treinta niños y niñas que el próximo día 29 de junio alegrarán este valle con sus juegos y actividades. Y volverán a la gran ciudad con la imagen imborrable de esas montañas, todavía coronadas de blanco, y de esas cascadas impetuosas, cuyo rumor resuena constantemente en los oídos como una caracola.

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