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josemarco

EL VIENTO DE LA LUNA

EL VIENTO DE LA LUNA

     En el año 2006, el escritor y periodista jienense Antonio Muñoz Molina publicó una excelente novela en la que recuerda sus años adolescentes en su Úbeda natal - Mágina en la ficción - y en la que evoca esas horas del 20 de julio de 1969 en las que, agobiado por el calor y por una situación social detestable, contempla con expectación y un cierto escepticismo el alunizaje del Apolo XI y el descenso cadencioso y frágil de Neil Amstrong, el primer hombre que pisó el satélite de la Tierra.

     Soy de la misma generación que Muñoz Molina y, aunque mi recuerdo de esas fechas no es muy nítido, acogí la llegada del hombre a la luna con expectación contenida y con no pocas reservas. En plena adolescencia, me encontraba en mi Aliaga natal disfrutando de unos días de vacaciones de verano. Hace ya nada más ni nada menos que cuarenta años. Recuerdo tenuemente cómo contemplé en un televisor en blanco y negro esa escena histórica. Lo que no ha quedado grabado en mi memoria es el lugar y el momento en que contemplé los hechos. ¿Dónde estaba? ¿Con quién compartí este acontecimiento científico? Tal vez lo vi en el antiguo bar La Parra o quizás en casa. De todos modos, no recuerdo si ya teníamos televisor en la pequeña sala de estar. Lo que sí recuerdo es la incredulidad con que contemplé las imágenes y el sueño que me invadió después del momento más esperado.

     Durante estos días, muchas personas vuelven a manifestar su incredulidad ante este evento y opinan que todo fue un montaje de la Nasa. Otros lo comparan con el asesinato del presidente Kennedy, que también ponen en tela de juicio. Muñoz Molina salva esa situación de escepticismo y utiliza ese alunizaje como metáfora del inicio de una nueva era y como indicio esperanzador de un cambio político y social en esa España rural casposa e inmovilista. He releído un fragmento del principio de la novela, una obra que se acerca a la mejor del autor, El jinete polaco. Muñoz Molina me ha ayudado a refrescar mi memoria y, gracias a la lectura de esta novela, me he acercado con más nitidez a esos años de mi adolescencia con mi mente y mi corazón muy lejos de la nave Apolo.

 

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