PONER PUERTAS AL MAR
En estos días en que ocupan muchas páginas de los periódicos las avalanchas de inmigrantes africanos a Ceuta o a Melilla, las reflexiones sobre esta situación son muy dispares y, en ocasiones, contradictorias. El problema es que resulta casi imposible poner puertas al mar, puesto que hay un límite muy tenue entre la utilización de la vigilancia y el uso indiscriminado de la violencia. También Marruecos se siente, al parecer, impotente. Y se lava las manos. Y, en este caso, el hambre y la necesidad obliga a todo, hasta a arriesgar la vida. ¿Qué puede hacer el gobierno? ¿Dejarles entrar? ¿Devolverlos a un país que casi nadie declara? ¿Elevar la valla hasta lo inverosímil? La puerta está abierta y es será muy difícil poner un límite. A no ser que la Comunidad Europea se implique en el asunto y asuma parte de su responsabilidad.
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