POR EL BARRIO DE LA JOTA
El lunes festivo zaragozano nos deja un agradable sabor de boca. Parece un nuevo domingo, pero con la perspectiva de una semana más breve y acelerada. Una temperatura agradable y una brisa suave nos acompaña en el paseo por el barrio de la Jota, en constante y sorprendente evolución. Las viejas fábricas de Cogullada van dejando paso a bloques de pisos; la antigua azucarera permanece erguida con sus dos altivas chimeneas; el nuevo campo del San Gregorio luce sus mejores galas en un partido vespertino, aplazado por la lluvia del sábado. Sin embargo, todavía predomina la suciedad de los solares; el sabor rancio de las casas abandonadas y el abandono de algunas fábricas, ocupadas hasta hace poco por familias sin techo y sin recursos. Mucho tiene que cambiar todavía el barrio de la Jota para ser un lugar agradable para tantas familias jóvenes que estrenan vida en común e inician proyectos compartidos. De momento, parece que va a mejorar en servicios, transporte y equipamiento. Que no es poco. Aunque todo vaya lento y a golpe de proyectos o de empujones presupuestarios. Esperemos no se cruce el capricho de algún político y eche al traste cualquier intento de mejora. No sería la primera vez. Ni la última.
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