VIENE VÍCTOR, SE VA CANI
Una noticia agridulce llena las páginas de la prensa deportiva ese fin de semana. El cambio de dirección en el Real Zaragoza y el regreso de un buen entrenador: Víctor Fernández. Pero la otra cara de la moneda es amarga, oscura, casi incomprensibe. Se va Cani, se va una de las últimas perlas de la cantera, sin haber jugado siquiera cien partidos con el equipo de su vida en Primera División. ¿Quién ha tenido la culpa de esta marcha tan inoportuna? ¿El anterior presidente? ¿Los nuevos gestores? ¿El propio jugador? ¿Sus representantes? Puede que haya habido de todo un poco. Lo más triste es que los rumores se han confirmado y, según dijo ayer Agapito Iglesias, no se ha podido frenar la operación.
Aprecio mucho al jugador de Torrero, admiro su fútbol, pero creo modestamente que su decisión es precipitada y seguramente errónea. Es normal que busque lo mejor en todos los aspectos, incluido el económico. Pero, ¿no podía haber esperado una o dos semanas más? ¿Tan complicado era reconsiderar su situación? Tampoco me gusta el club al que va, plagado de figuras de importación y modesto entre los modestos. De todos modos, espero que triunfe. Aunque me hubiera gustado verlo dentro de dos o tres años en uno de los tres o cuatro grandes clubs. El submarino amarillo no tiene nada que envidiar al Real Zaragoza: ni en historia, ni en títulos, ni en tradición. De todos modos, "poderoso caballero es don dinero", y ahí Roig les ha ganado la partida a los gestores del Zaragoza. De momento, un suspenso para todos.
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