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josemarco

EL ALTO GUADALOPE

EL ALTO GUADALOPE

    Me da pena el Guadalope. Me da pena sobre todo el Alto Guadalope, cada vez más amenazado por el turismo irresponsable y la especulación. Quedaron atrás los años de vida y lozanía de este río, mudo testigo de nuestros juegos infantiles en Aliaga y en los pueblos de la comarca. Sin embargo, a pesar de los pesares, el pequeño cauce que nace en las inmediaciones del puerto de Sollavientos se desliza presuroso hacia Villarroya de los Pinares - pueblo encantador de la sierra del Maestrazgo - y serpentea después hasta Miravete de la Sierra - otra joya turística -. En Aliaga muestra todas sus fisonomías: apacible, suave, dulce, rebelde y, en ocasiones, indomable. Allí se enriquece con los torrentes de la Clara y de la Tamborera y junta sus aguas con el río de la Val, que viene de Son del Puerto y de Valdeconejos. A partir de ese momento, se complica su camino y su color cristalino se va transformando en un gris amarronado, a pesar de la instalación de rudimentarias depuradoras. En el embalse de Aliaga - ¿embalse? - se anega y pierde su personalidad. Luego remonta bravío hacia Montoro por Boca Infierno y sigue su larga ruta hacia el pantano de Santolea.

   Pero las noticias no son nada esperanzadoras: el mejillón cebra ya está en su desembocadura y amenaza con subir hasta lo más alto de su cauce. ¡Qué pena ver al Guadalope mustio y escuálido en este otoño atípico y capichoso!  Esperemos sepa resurgir de sus cenizas, aunque dudo vuelva la época de las truchas, barbos y cangrejos. Hace unos años le dediqué una oda. Espero no tener que dedicarle una triste elegía.

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