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josemarco

OFICIO DE JUBILADO

OFICIO DE JUBILADO

           Desde hace más de tres décadas siento admiración por José Antonio Labordeta. Es una persona cabal, sincera, tenaz y polifacética. Han pasado muchos años desde su estancia en Teruel como profesor en un Instituto de Enseñanza Media. Pero José Antonio sigue aún en la brecha. A pesar de los años, a pesar de los achaques, a pesar de la indiferencia de unos y de la crispación de otros.

            Ayer, en su artículo semanal en El Periódico de Aragón, en la sección “La muga de los tambores”, Labordeta reflexionaba sobre su cercana y definitiva jubilación, cuando a sus 73 años, en el 2008, acabe su segunda etapa en el  escaño del Congreso de los Diputados. ¿Qué hará cuando se jubile? Me imagino que seguirá con su actividad creativa. No me imagino a José Antonio brazo sobre brazo en un banco de un parque. Lleva ya siete años “jubilado” oficialmente y sigue demostrando que su presencia en las Cortes es eficaz, que su voz sigue resonando contra la intolerancia, que su experiencia sigue siendo muy válida.

            Labordeta contempla el mundo desde la privilegiada atalaya de la vida. Y reflexiona con nostalgia, ironía y escepticismo sobre el presente, sobre el pasado y, sobre todo, sobre un futuro incierto y estremecedor. Este es su Oficio de jubilado. Un jubilado con talante emprendedor, con curiosidad intelectual, con espíritu joven. El abuelo sueña en una sociedad más justa, más libre, menos egoísta. En su haber figuran numerosos logros por Aragón. Como poeta, como novelista, como cantautor, como viajero, como profesor, como político, como ciudadano de a pie. Que disfrute de su activa jubilación. Y que sea lo más dilatada posible.

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