MÚSICA ELECTORAL
Mientras mis alumnos de 4º. de Secundaria intentaban concentrarse en un examen de Lengua, mientras intentaban maniatar sus nervios y analizar casi contra reloj seis oraciones compuestas, mientras intentaban desentrañar un texto de Miguel Mihura, mientras la zaragozana plaza del Portillo recuperaba su aspecto habitual después de una noche de concierto, la música electoral, el sonsonete de los distintos partidos, se filtraba por las ventanas de las aulas y provocaba reacciones dispares entre los estudiantes.
Música electoral monótona, estridente, conocida de sobras por los que llevamos ya varias campañas electorales a nuestras espaldas. Una música que te remite de inmediato a una determinada formación política y que produce en ti reacciones contradictorias: puede provocarte empatía, un cierto rechazo o abierta indiferencia. La música conlleva siglas, consignas, imágenes, líderes... Bastaría en ocasiones esa melodía pegadiza para suplir mítines, carteles o apariciones en los medios de comunicación.
Es la música que nos va a acompañar este fin de semana preelectoral. Pero la vida sigue y los intereses de los ciudadanos van, además, por otros caminos. Este fin de semana, me espera La fortuna de Matilde Turpín, excelente novela del cántabro Álvaro Pombo, ganadora del último Planeta. Me espera un viaje a Caspe para acompañar a los alevines de la Unión Deportiva San José, que esperan rematar una más que digna temporada. Además, estaré pendiente del CAI baloncesto, que ayer dio una imagen lamentable en León y tiene que ganar o ganar; y del Real Zaragoza, que el sábado tiene un encuentro casi decisivo.
Fin de semana con música electoral de fondo. Fin de semana de proyectos. Fin de semana deportivo y literario. La campaña se acelera y luego se hará el silencio. Y el curso también se acerca a su recta final. Otras músicas nos acompañarán. Y otras inquietudes. De momento, a esperar el 27M. Aunque algunos - ¡qué ingenuos! - piensan que está ya todo decidido.
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