UN LUGAR DE REENCUENTRO
Cada ciudad, cada pueblo, cada aldea, tienen un pequeño lugar que evoca con más nitidez épocas pasadas e invita a la reflexión, al solaz o a la conversación reposada. En Aliaga, uno de estos lugares son los tradicionales porches, donde todavía se instalan los comerciantes ambulantes y donde su privilegiada ubicación es un reclamo para el que, ya en el ecuador del verano, busca un ambiente más fresco y un banco donde sentarse a reposar.
La parte baja de la villa de Aliaga es la más antigua y la más señorial. Se conservan fotografías de principios del siglo XX en las que se puede observar cómo los toros se dirigían por las cercanas calles, flanqueadas por dos hileras de porches, a la plaza de la Iglesia. Esta zona adquirió su importancia en otros tiempos como centro de encuentro de mercaderes, ganaderos y agricultores. Se intercambiaban productos o se vendían al público en fechas señaladas.
Actualmente, desde los porches podemos acercarnos al remodelado ayuntamiento de la población, contemplar los juegos de los niños que en verano corretean por la calle mayor o acercarnos a la cercana iglesia de San Juan Bautista. Cuando llegan las fiestas patronales, en este histórico recinto se celebran los campeonatos de guiñote o se sirve algún aperitivo. En invierno, cuando el frío arrecia o aparece la lluvia o la nieve, los vecinos de Aliaga se encuentran en este lugar cercano y familiar. Un lugar de reencuentro.
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