AMARGA MEMORIA
Cuando me dirijo a Aliaga, o incluso a Teruel o a tierras valencianas, paso por la carretera comarcal que deja a la derecha el viejo Belchite, contemplo la torre de la iglesia semiderruida y apuntalada y no puedo evitar un recuerdo agridulce hacia las más de tres mil personas que perdieron la vida en el verano de 1937, durante la ofensiva republicana y seis meses después, durante la toma del pueblo por el bando franquista.
Precisamente esta semana se cumplen setenta años de la sangrienta batalla y el Gobierno de Aragón, junto con el ayuntamiento de la localidad zaragozana, quiere recordar esos días para que la memoria nos impulse a no repetir hechos tan lamentables. Es verdad que la memoria es ingrata, que la memoria es amarga, que la memoria es traicionera. Pero el viejo Belchite merece no sólo este fugaz recuerdo, mecere además que los casi derruidos edificios se rehabiliten o se derriben, si están muy deteriorados. Y que se pueda transitar por sus antiguas calles sin correr riesgos innecesarios. Y que las nuevas generaciones aprendan de los desastres de la incivil guerra.
2 comentarios
Javier López Clemente -
Entonces supe que a esa niña le debo una visita al pueblo viejo de Belchite como cuando se lo enseñé a su hermano.
Salu2 Córneos.
jio -