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josemarco

TARDE ESTIVAL EN ALIAGA

TARDE ESTIVAL EN ALIAGA

     El calor veraniego ha llegado a estos recodos del Guadalope. Pero la brisa suave se desliza presurosa por toda la vega teñida de todo tipo de tonalidades verdes. Por fin ha llegado el verano a la comarca turolense de las Cuencas Mineras. La tarde dominical se viste de vivencias, de recuerdos y de despedidas. Las vivencias se acumulan en la mente y en el corazón de esos ancianos que afrontan con serenidad los últimos años de su vida. Los recuerdos se cuelan por todas las rendijas del corazón. Las despedidas se traducen en un hastaluego incierto y nostálgico.

     Tarde estival en Aliaga. Indicios de tormenta en el horizonte. Silencio de siesta y de partida de guiñote. Desfile semanal de coches hacia el agobio de la gran ciudad. Paseos vespertinos por el Cascajar. Tertulias en las placetas. Jóvenes en los bancos de la calle Mayor, aprovechando las últimas horas del fin de semana. A lo lejos, el paisaje de siempre, aunque el paso de los años cambia la manera de contemplar los iconos del pueblo: el castillo, la porra, la cubeta y la silueta inconfundible de unas montañas que parecen eternas.

     Tarde estival en Aliaga. Sueños de futuro en el horizonte. Sensación agridulce cuando abandonas el barrio de Santa Bárbara y enfilas la carretera hacia el cruce de Mezquita. Los pueblos te saludan silenciosos y el río de la Val aguanta con entereza las embestidas del estiaje. Los más afortunados se quedan de vacaciones en los pueblos del valle. Serán dos meses escasos de vida, de alivio demográfico, de aliento vital en las calles y plazas. Será un verano fugaz, como tantos otros. Por eso algunos quieren prolongar el crepúsculo sin cortapisas. Aunque sólo sea por desafiar al tiempo insolente. O a la soledad de los portales. O al ocaso irremediable de tantos núcleos rurales de Teruel, de Aragón, de España.

1 comentario

Luis Antonio -

No tengo la menor duda de que nadie ha escrito tanto y tan bien de Aliaga como tú. Enhorabuena, otra vez José Mª