Blogia
josemarco

PARADOJAS COTIDIANAS

PARADOJAS COTIDIANAS

     La vida está hecha de paradojas. El paso del tiempo es una paradoja continua: queremos que llegue el mañana, soñamos en el futuro, nos ilusionamos con el porvenir, pero en el fondo nos lamentamos de que se esfumen minuto a minuto las vivencias cotidianas. Cuando explico a mis alumnos la paradoja, les suelo poner este ejemplo: "Vivir es ir muriendo cada día", frase sentenciosa del genial poeta barroco Francisco de Quevedo. Y, bien pensado, esta afirmación aparentemente contradictoria encierra una gran verdad.

     Otras paradojas son menos evidentes, menos vitales y menos filosóficas. Hoy, por ejemplo, hemos adelantado a hora para ahorrar un poco de energía y hemos comezado el mal llamado "horario de verano". Pero, si nos asomamos a la galería o nos damos un paseo por la calle, podremos comprobar que el clima es más invernal que durante muchos días de febrero. Sorprende también que, en tiempos de crisis, los bares y restaurantes estén a rebosar, las carreteras se llenen de vehículos en cualquier puente o fin de semana y las playas comiencen a recibir a miles de turistas, a pesar del tiempo inestable y caprichoso.

     También hay paradojas en el mundo del deporte. Ayer el Real Zaragoza, sin hacer un buen partido - como ya es habitual - se encontró con dos regalos del portero visitante. Disfrutó, como se suele decir, de la suerte de los campeones. Algo similar le ocurrió a la selección española, que ganó por la mínima a Turquía sin demostrar claramente su superioridad y sin practicar el buen fútbol al que últimamente nos tenía acostumbrados.

     Las paradojas son como la salsa de la vida. Sería todo demasiado insulso, desmasiado rutinario, demasiado previsible, si no existiera esa contradicción, ese acontecimiento inesperado o esa ruptura abrupta de la lógica. Gracias a las paradojas hasta el amor puede mostrar su cara más oculta, su aliento de sorpresa, su irracionalidad.

 

1 comentario

Luis Antonio -

Efectivamente, si todo fuera previsible no habría lugar para la sorpresa. Así y todo predomina la rutina y la monotonía...