ODA AL REBOLLÓN
Recatado, discreto, camuflado
bajo la verde capa que el otoño
viste de dulces ocres y amarillos
colmando los sentidos del viajero.
Con sangre anaranjada
y tu dibujo casi inconfundible,
asomas la cabeza engalanada
de musgos y despojos vegetales.
Te llaman níscalo - aunque tu nombre
no está en el diccionario.
Pero, los que conocen tu sabor
y ese suave rugoso inconfundible,
prefieren el agudo y contundente
apelativo familiar, cercano.
No todos los que buscan tu silueta
te tratan con ternura y con cariño.
Sólo los que conocen ese frágil
y efímero latido tan caduco
te acogen con calor de terciopelo
en la cesta que colmas como un nido
de esa sangre vinosa coagulada.
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