LA ESPAÑA DE BERLANGA
Aproveché la tarde de ayer para ver una de las películas más emblemáticas del director valenciano Luis García Berlanga, recientemente fallecido. Aunque ya había disfrutado varias veces con la proyección de El verdugo, esa excelente película que obtuvo un premio en el festival de Venecia en 1964, volví a recrearme con esas secuencias en blanco y negro que reflejan con realismo una España lastrada por la posguerra, teñida de un tímido optimismo y sumida en el ostracismo social y político.
Poco puedo añadir a lo que se ha publicado de Berlanga durante estos días. Pero quiero aportar mi pequeño grano de arena al hilo de esta película y de otras dos - Bienvenido Mister Marshall y Plácido - que forman una excelente trilogía. La España de las películas de Berlanga nos acercan a una España negra, y lo hacen por medio de un humor que nos acerca al gran dramaturgo Miguel Mihura y a otro gran director de su generación, Juan Antonio Bardem - ¿quién no recuerda Muerte de un ciclista o Calle Mayor? -. El director valenciano supo sortear los obstáculos de una censura poco inteligente y soportó con escepticismo y socarronería las críticas procedentes de dos visiones de la vida irreconciliables.
En El verdugo no sólo se critica una trasnochada pena de muerte en garrote vil. La película nos muestra las preocupaciones cotidianas de la clase media española, el quiero y no puedo, la hipocresía, la doble moral, el poder oculto de la iglesia del franquismo, los afilados dientes de la pobreza, lo lejano que quedaba el tren europeo del progreso, la obsoleta burocracia, los favoritismos,... Todo ello de modo simplemente magistral. Volví a ver la película sin pestañear. Y en los próximos días espero volver a recrearme con las otras dos. En cierto modo, me ayudan a revivir los oscuros años de mi ya olvidada infancia.
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